Los ministros de Energía de la Unión Europea han dado luz verde definitiva a la prohibición de la venta de vehículos con motor de combustión, incluidos los de diésel, gasolina e híbridos en 2035. Este martes, Alemania ha accedido a levantar su veto después de llegar a un acuerdo con la Comisión Europea para aclarar la ensambladura que tendrán los combustibles sintéticos en esta nueva normativa. El acuerdo ha contado con el apoyo de Alemania, pero ha sido rechazado por Polonia, además de la abstención de Bulgaria e Italia -que reclamaba también una excepción de la norma a los biocombustibles-, si bien con el cambio de Berlín este grupo de países ha dejado de tener peso suficiente para bloquear el acuerdo.
El fin de los motores de combustión fue el primer dosier del paquete climático que los 27 y el Parlamento Europeo consiguieron acordar en negociaciones que concluyeron el octubre de 2022 y que el febrero pasado recibieron el aval del pleno del Eurocámara, quedando pendiente únicamente el último visto bueno formal por parte de las capitales.
Ribera confía a desvanecer las dudas
Antes de la ratificación del acuerdo, la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica española, Teresa Ribera, ha confiado en el hecho que la prohibición de venta de motores de combustión, de cara a 2035, envíe «señales claras» a los inversores y a la industria sobre cuál es la evolución que se prevé para la movilidad de cara en los próximos años.
Sin embargo, Ribera ha matizado que no cree que los biocombustibles, que han estado claves para convencer Alemania, tengan demasiado éxito en los próximos años porque según las evaluaciones que se hacen estos días son «demasiado caros para ser la respuesta adecuada para cualquier ciudadano mediano a Europa».
Además, la vicepresidenta española ha añadido que «es importante que la Comisión haya encontrado la manera de atender la petición de Alemania sin poner en peligro la sustancia y la importancia de estos expedientes». Además ha comentado que cambiar las premisas del expediente para establecer los objetivos de reducción de emisiones, que era «la cuestión importante».
Sin embargo, Ribera ha reiterado sus críticas al movimiento de Alemania, que no ha estado «bueno» ni «agradable», por lo cual espera que todos los Estados miembro hayan aprendido que esto no pueden establecer «un precedente que se utilice siempre, porque podría significar tiempos difíciles para Europa».
Puntos de recarga cada 60 kilómetros
Este no ha sido el único acuerdo que ha cerrado hoy la UE alrededor del coche eléctrico, puesto que el Parlamento Europeo y el Consejo han cerrado un acuerdo provisional para establecer puntos de recarga para vehículos eléctricos al menos cada 60 kilómetros y cada 120 kilómetros en el caso de los camiones. El pacto en cuestión también prevé que haya abastecimientos de hidrógeno al menos cada 200 kilómetros.
Concretamente, el pacto prevé que estos puntos de recarga eléctricos con una potencia inferior a 400 kilovatios se tengan que desplegar al menos cada 60 kilómetros en la Red Transeuropea de Transporte en 2026 y la potencia aumentará hasta 600 kilovatios en 2028. El acuerdo, que todavía tiene que ser ratificado por parte de las dos instituciones, establece objetivos mínimos obligatorios para los países y pide a los 27 que presenten planes para lograrlos.
Reforma del mercado eléctrico y del gas
La reunión de los ministros de energía europeos también ha tenido otro punto interesante, y es que por primera vez los 27 han abordado la reforma del mercado eléctrico propuesta por Bruselas. Esta propuesta, según Ribera, recoge conceptos relevantes «precisados, desarrollados y garantizados». Así, la dirigente española ha considerado que es una buena solución combinar la evolución de los contratos bilaterales a largo plazo con una compra centralizada a través de sistemas ensayados en cada uno de los Estados miembro, como son los contratos por diferencias, referenciados a diferentes tecnologías.
Por otro lado, en cuanto al paquete del gas, que divide en los países en dos minorías de bloqueo, lideradas por Francia, que defiende la inclusión de la nuclear en la normativa de renovables, y por España y Alemania, defensores que «la nuclear no es ecológica», Ribera aboga para tratar de «intentar encontrar una solución para los franceses».