Este desprende en el aire de montaña una mezcla inconfundible de laurel, pimiento y el tiempo de cocción a fuego lento, como en las cocinas de las abuelas.
Algunos aseguran que basta seguir el rastro de este plato para encontrar el corazón del lugar: y no es otro que el restaurante Sant Josep, donde se cocina el mejor plato de toda Cataluña, y hoy te hablaremos de ello.
Lo que dictaminó el jurado del festival Vadefoodies
Según el jurado del festival Vadefoodies, que valida año tras año las tendencias de la cocina catalana, el mejor cap i pota de Cataluña se prepara en este restaurante.
En este lugar no hay carteles llamativos, ni mucho ruido en las redes y tampoco grandes pretensiones. Pero, detrás de una simple puerta de madera, se esconde la exquisitez. Entras a un comedor con mesas de mantel blanco y un murmullo constante de conversaciones cercanas y el repicar de cuchillos, tenedores y cucharas.
Dentro, el aire huele a historia, a familias, a domingo de pueblo y al guiso recién hecho por madres, tías y abuelas que llaman a todos a la mesa.
Un plato que nació de la necesidad y se convirtió en orgullo
El cap i pota no siempre fue un plato merecedor del premio de un jurado. En sus orígenes era la forma humilde de aprovechar las partes menos nobles y más baratas del animal. Se hace con la cabeza y las patas de ternera y a veces de cordero. En las masías y casas rurales del Pirineo se cocinaba para dar energía a los jornaleros y alimentar a familias numerosas con pocos recursos.
Con su toque de cebollas, tomates maduros, pimiento rojo y ajo en el sofrito, y zanahoria, patata o garbanzos como acompañantes y verduras de cuerpo, solía acompañarse con pan de centeno en épocas difíciles.
Por estos ingredientes, durante décadas fue comida de pobres. Este guiso que se preparaba en grandes ollas sobre el fuego y con cocción lenta, como lentas fueron las décadas que pasaron hasta que los chefs redescubrieron la cocina tradicional catalana y el cap i pota volvió a las mesas con orgullo, ya convertido en símbolo del sabor auténtico de la provincia.
La alquimia y el amor del fuego lento
En el restaurante Sant Josep, el cap i pota no se cocina, sino que se espera. La receta es la misma que ha pasado de generación en generación. La carne se cuece lentamente con su sofrito, laurel, pimentón y un toque de picada catalana. Todo hierve en la cazuela de hierro.
Cuando pasan las horas, el guiso se espesa, la salsa se vuelve brillante y la cocina se impregna de un aroma que despierta los sentidos. Es un plato, eso sí, que exige paciencia y los cocineros lo saben. Este es el secreto. Además, se añade la magia: hay que dejarlo reposar, porque al día siguiente es cuando de verdad se puede saborear mejor.
El resultado es un guiso denso, untuoso, profundo, que alimenta y que consigue ese punto meloso que solo se logra con tiempo, buenos ingredientes locales y respeto.
Sant Josep y la calidez de lo sencillo
El restaurante Sant Josep es un rincón familiar y ya lleva a sus espaldas más de medio siglo de historia. Es el corazón culinario en pleno casco antiguo de Bellver de Cerdanya.
A pesar de los años, mantiene la esencia de una taberna de montaña con sus paredes de piedra, vigas de madera y las botellas de vino que parecen haber estado allí desde siempre. Los propietarios, una familia que lleva el negocio con discreción y cariño, no hablan de cocina moderna ni de fusiones.
Para ellos, la comida es tradición y los platos se hacen como se han hecho siempre. Su carta combina tradición y productos locales. Las carnes y butifarras son de la zona, las legumbres del valle y los embutidos hechos por manos artesanas con métodos que exigen paciencia.
Más allá del cap i pota están los sabores del Pirineo
Aunque este es el plato estrella del restaurante, el menú del Sant Josep es un homenaje al paisaje que lo rodea y que guarda el secreto gastronómico catalán. Puedes pedir también el trinxat de la Cerdanya, con patata, col y panceta, los caracoles a la llauna, sardinas en escabeche, guisos de ternera y jabalí y las butifarras caseras.
Todo es pura montaña y cada plato es una fiesta del sabor catalán y llegan a la mesa acompañados de pan tostado y vino tinto. No hay engaños, solo una verdad sencilla: cada plato sabe a hogar.
