Hay celebraciones que van más allá de un calendario, se convierten en rituales vividos y colectivos. Pasas por las calles y sientes el olor a humo, el sonido distante del tambor y la mirada entusiasmada de un niño que, sin saberlo, está viviendo un instante que se grabará para siempre en su memoria. Estas fiestas te envuelven, te cautivan, te envuelven con una energía que parece salir de las mismas paredes.
Un fin de verano con escenas de leyenda
Hacia el final de agosto llega esta tradición ancestral, donde el fuego y la figura del maligno toman protagonismo. Durante tres días, el espacio urbano se transforma: de día, calles llenas de mercados y espectáculos familiares; de noche, el fuego se apodera de las plazas, los correfocs desafían la oscuridad y los personajes míticos caminan entre los vecinos.
Los niños tienen su versión: una fiesta adaptada, llena de talleres y desfiles, donde se encuentran con versiones amigables del fuego y las bestias. Pero llega el sábado, y todo se transforma.
Aquelarre de Cervera: cuando el fuego se hace teatro
El punto culminante llega con la presencia de un personaje central: una entidad demoníaca, una figura de fuego y poder que aparece como protagonista de un ritual teatralizado. Música, fuego, dramaturgia y… sí, una inspiración sorprendente: este año, el guion se inspira en “La flauta mágica” de Mozart, con un drama que conecta el imaginario más clásico con el corazón de la fiesta.

Una escenificación única en la que el bestiario supera cualquier adorno: faroles, criaturas inflamables, silbidos de fuego, coreografías de tragedia y fiesta, y el crescendo que te abre una sonrisa de piel de gallina.
Magia, tradición y comunidad
Hay música en más de seis escenarios: conciertos de calle, actuaciones de diversos estilos y la atmósfera espontánea de una fiesta «de pueblo» que nunca deja de dar, de ofrecer instantes únicos y festivos.
Todos participan: personas mayores que observan con respeto la chispa del fuego, familias que bailan adornadas con velas, criaturas que corren entre destellos y risas. Es el momento perfecto para revivir tradiciones que nos conectan con una cultura que vibra, aún hoy, como la de siempre.
¿Te apetece terminar agosto rodeado de correfocs, música y tradición? Esta fiesta te promete un final de verano de esos que no se olvidan.