L'escapadeta
Los bosques más secretos de Cataluña donde los expertos recolectores encuentran más setas (y nadie quiere revelar dónde están)

Pero sus rincones más fértiles no figuran en mapas ni guías: son confidencias bien guardadas por aquellos que más saben.

Cada temporada, miles de aficionados salen al bosque, pero los verdaderos “boletaires” nunca revelan sus lugares preferidos. De Prades a Setcases, pasando por el Alt Pirineu y el Montseny, hay zonas donde la combinación de altitud, sombra, humedad y biodiversidad convierte el suelo en un auténtico vivero de hongos silvestres. Los secretos, sin embargo, se transmiten de boca en boca.

Bosques que guardan silencio: zonas casi anónimas y muy fértiles

La tradición micológica en Cataluña está rodeada de un aura de misterio. No es casualidad. Las setas no crecen en cualquier lugar, y cuando lo hacen en abundancia, ese lugar se convierte en un santuario para quien lo descubre. Por eso, aquellos que llevan años recorriendo el bosque han aprendido una norma no escrita: si encuentras, no lo cuentes.

En la comarca de la Cerdanya, cerca de Meranges, los pinares de montaña ofrecen condiciones excepcionales para especies como los ceps y los rebozuelos. Aún más arriba, en el Bac de Setcases, la mezcla de humedad y altitud crea un microclima ideal. Son zonas que no aparecen en las rutas turísticas, y eso es precisamente lo que las mantiene vivas.

En Tarragona, los bosques de Prades y el Paraje Natural de Poblet esconden una biodiversidad micológica impresionante. Incluso en temporadas secas, ciertos rincones conservan la humedad gracias a su frondosidad. Lo mismo ocurre en la Mussara y el Montsant, donde algunos lugares apenas son visitados más que por los iniciados.

En el Alt Pirineu, la cosa se pone aún más seria. El parque natural ha sido catalogado recientemente como uno de los territorios con más riqueza micológica de la península. Más de mil especies conviven en sus laderas, entre abetos, hayas y pinares negros. Y aun así, los mejores rincones no se comparten fácilmente.

boscos de Prades
bosques de Prades

Cómo piensan los expertos: claves para encontrar zonas prometedoras

¿Hay un secreto común en todos estos lugares? Sí: las condiciones del terreno. Los buscadores con experiencia saben que una buena zona de setas debe tener tres ingredientes principales: sombra constante, humedad retenida y árboles adecuados. A esto se añade un detalle menos visible: el sustrato debe estar vivo, con restos vegetales, musgo o madera en descomposición.

Los que buscan setas de verdad no se quedan en los caminos. Se adentran. Caminan durante horas entre árboles, exploran hondonadas, siguen el curso de arroyos secos o inspeccionan laderas sombrías. Buscan cortes naturales en el terreno, lugares donde el agua se acumula o fluye lentamente.

Otra táctica poco conocida: mirar el tipo de árbol. Donde hay pino rojo, hay probabilidades de níscalos. Donde se mezclan hayas y robles, pueden aparecer trompetas negras o rebozuelos. Los expertos aprenden a “leer” el bosque como un mapa, aunque no lleven ninguno.

Además, muchos cambian de zona cada temporada. A veces por intuición, otras por necesidad: los efectos del cambio climático, las sequías o la sobreexplotación pueden hacer que un lugar “muera” durante años.

Tarragona, Pirineo de Girona y Pirineos Orientales: joyas micológicas aún discretas

En la provincia de Tarragona, la tradición de buscar setas está profundamente arraigada. El bosque de Poblet es considerado un paraíso micológico, con más de mil especies documentadas. Pero también hay pequeñas joyas en la Mussara, el Montmell o incluso en barrancos húmedos como el de l’Abellera.

La zona de Prades combina altitud, sombra y un sustrato mixto ideal. Allí se encuentran níscalos, negrillas, trompetas amarillas y otras variedades menos conocidas. Algunas de las asociaciones micológicas más activas de Cataluña operan en esta zona, organizando salidas formativas y encuentros anuales.

Subiendo hacia el norte, el Pirineo de Girona ofrece oportunidades únicas. En Setcases, los pinares húmedos reciben cada otoño buscadores que vienen incluso del sur de Francia. En la comarca volcánica de la Garrotxa, el suelo fértil, fruto de antiguas erupciones, aporta nutrientes excepcionales para el desarrollo fúngico.

Y si cruzamos hacia los Pirineos Orientales, ya en el lado francés pero en territorio histórico catalán, nos encontramos con entornos igualmente ricos, aunque más difíciles de acceder. La zona es menos explotada turísticamente, y eso la convierte en una mina para quien sabe leer el bosque.

comarca de la Cerdanya
comarca de la Cerdanya

Ética, regulación y sostenibilidad: el otro secreto del bosque

Pero no todo es caminar y recoger. La búsqueda de setas conlleva también una gran responsabilidad ética y ambiental. En muchos municipios catalanes hay regulaciones específicas: limitaciones de peso diario (normalmente entre 1,5 y 6 kilos), zonas protegidas donde no se puede recolectar, y horarios establecidos para evitar el deterioro del suelo.

Respetar la naturaleza significa más que no dejar residuos. Es no arrancar la base del hongo, no remover innecesariamente la tierra, no pisar micelios (la parte subterránea del hongo, que es la que realmente vive) y, sobre todo, no difundir ubicaciones exactas que puedan atraer masas y destruir un ecosistema.

Por eso, muchos buscadores prefieren el boca a boca, o enseñan a otros en salidas organizadas sin dejar rastro digital. Las asociaciones micológicas ofrecen salidas educativas, sin explotación intensiva. El conocimiento compartido, pero con responsabilidad.

El verdadero tesoro no se encuentra: se aprende a buscar

Los mejores buscadores no solo conocen el bosque: lo respetan. Más allá del GPS o el afán recolector, el secreto está en mirar, aprender y volver. ¿Y tú? ¿Tienes tu rincón que nunca revelas?
Comparte tu experiencia —sin coordenadas— y únete a quien disfruta sin explotar.

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