El agua transparente deja entrever un mundo silencioso y lleno de vida. Los rayos de sol se filtran entre las olas, jugando con las tonalidades azules y verdes que bailan sobre las rocas del fondo marino. Es un universo escondido, accesible solo a quien decide sumergirse y dejar que la curiosidad sea la brújula.
Un rincón que combina naturaleza y aventura
Entre acantilados escarpados y bosques que llegan hasta tocar el mar, hay una pequeña cala que parece hecha a medida para los amantes del snorkel. No hay servicios ni comodidades modernas, y quizás por eso conserva intacto su encanto.
El camino hasta aquí ya es parte de la experiencia: un paseo de 15 minutos desde el punto más cercano donde puedes dejar el coche, o bien una excursión más larga desde la ermita de Sant Sebastià, pasando por la Font dels Ermitans, una pequeña joya de agua dulce en medio del bosque.
Cuando llegas, la primera impresión es la de un anfiteatro natural: el agua transparente, los tonos vainilla y chocolate de las rocas, y el silencio solo roto por las olas.
Cala del Cau o Cala de Gens: geología con historia
Esta cala destaca por sus rocas pegmatitas, formadas por el rápido enfriamiento del magma cuando atravesaba las grietas de la corteza terrestre. El resultado es un mosaico natural de colores y texturas que, bajo el agua, se vuelven aún más fascinantes.
Las paredes de la cala, llenas de rincones y relieves, son el escenario perfecto para una inmersión tranquila, donde cada curva esconde una sorpresa.
La ruta de snorkel: un viaje bajo el agua
Si te animas a explorar, la ruta óptima comienza a la izquierda de la cala, mirando hacia el mar, junto a una pequeña casita de piedra. Desde aquí, se recorre toda la longitud hasta llegar a la pared derecha, siguiéndola de cerca.
A los pocos minutos aparece el primer gran momento: un pasillo estrecho bajo el agua que te conduce de nuevo al mar abierto. Es como atravesar un túnel secreto, con la luz cambiando y el sonido amortiguado por el agua.

Cerca, una pequeña cueva marina ofrece un espectáculo único cuando las olas entran con fuerza y salen con un efecto de sifón, haciendo un ruido profundo que resuena en el pecho.
La vida marina que te rodea

En cada metro hay vida: salpas, doradas, sargos, castañuelas, gobios e incluso el colorido cratena peregrina, un nudibranquio que parece pintado a mano.
En los pasillos es fácil encontrarse con salmonetes reales, y en los fondos de arena dorada puedes ver cómo se mueven suavemente los bancos de peces buscando alimento.

Quienes saben observar encontrarán también pequeños tesoros: esponjas de colores vivos, erizos de mar escondidos entre las rocas, y quizás alguna estrella de mar, inmóvil, como esperando que el tiempo no pase.
Los islotes y el regreso
La ruta sigue hasta llegar a los dos islotes que se alzan en el centro de la cala. Cruzar por el medio es como atravesar una puerta a otro escenario submarino: más fondos de arena limpia, más vida, más oportunidades de sorprenderte.
Al regreso, siguiendo la pared norte, aún puedes encontrar algún otro nudibranquio u observar cómo la luz de la tarde se refleja en las rocas bajo el agua, creando formas hipnóticas.

Dificultad y recomendaciones para hacer snorkel en Cala de Gens
Esta ruta de snorkel es de dificultad media y tiene una distancia aproximada de 1.100 metros, con un tiempo total de unos 90 minutos. No es recomendable para quien no tenga una mínima experiencia nadando en mar abierto.
Lleva siempre aletas, máscara y tubo de buena calidad, y recuerda que el agua puede ser fría incluso en verano. Si eres friolero, un neopreno fino puede hacerte la experiencia mucho más cómoda.
Rincones imprescindibles para completar tu ruta por la Costa Brava y el Empordà
Si decides alargar la escapada, te recomiendo seguir explorando la magia de la Costa Brava y el Empordà. Puedes comenzar con la legendaria Cala del Crit, con su agua turquesa y la historia que la rodea, continuar hasta Cala Estreta, donde la naturaleza se conserva intacta, y perderte por el encanto pintoresco de Cala S’Alguer, con sus casitas de pescadores de colores.
No te puedes perder el paseo marítimo y las playas de Calella de Palafrugell, especialmente al atardecer, ni el interior medieval del Empordà, con pueblos como Pals, Peratallada o Monells, que parecen postales vivas. Y si quieres poner el punto final en mayúsculas, dirígete hacia el norte hasta las playas del Cap de Creus, como la salvaje y remota Cala Taballera, donde el mar y la montaña se funden en un paisaje único.
Por qué vale la pena visitar Cala de Gens
No es solo por el paisaje, ni por la vida marina, ni por los pasillos y cuevas. Es la combinación de todo: el trayecto a pie entre pinos, la entrada al agua fría y clara, el primer pez que te mira de cerca, la sensación de descubrir un mundo oculto a solo hora y media de Barcelona.
Y sobre todo, es la paz. Esa sensación de haber sido testigo de algo especial, que solo tú y unos pocos más habréis visto ese día.