Déjate llevar por una brisa que parece ir a tu ritmo, como si el paisaje se ajustara a tu estado de ánimo. Te promete aventura, sí, pero también una calma que no se anuncia. Imagina que todo esto no fuera un sueño lejano, sino una realidad muy cercana: cinco jornadas por pueblos encantadores que capturan la esencia de Girona.
Qué ver en la provincia de Girona en cinco días
Esta ruta te propone una combinación deliciosa: mar, montaña y pueblos con alma, rodeados de naturaleza, historia y buena mesa. Cada parada tiene un carácter propio, pero todas comparten la misma filosofía: verano sin prisas, paisajes que inspiran y una autenticidad que se respira en cada esquina.
Día 1 · La aventura comienza al norte
Comenzamos por uno de los rincones más icónicos e inspiradores de la geografía catalana, donde la luz, el mar y el arte se entrelazan. Este primer día es una inmersión directa en la esencia más pura del Empordà, rodeados de naturaleza, cultura y un ambiente que invita a la contemplación.
Cadaqués: Aparece la verdadera protagonista
Aquí la luz y el mar tienen voz propia. Las fachadas blancas, los varaderos de pesca y el Mediterráneo te envuelven como un recuerdo. Los olores salinos, el murmullo del viento entre pinos y el callejón que desemboca en la playa crean una sensación inmediata de calma y contemplación.

Este pueblecito, tan especial, cautivó a artistas como Dalí y Miró. Su ubicación protegida de la tramontana y su paisaje casi intacto hacen que sea un destino clave para entender una Cataluña salvaje y artística. Visitar Cadaqués es sumergirse en una postal viva.
Aquí hay mucho por hacer: dar un paseo por el puerto, visitar la Casa-Museo Dalí en Port Lligat, descubrir calas como Cala Joncols o Canyers, y cerrar el día con una cena de pescado frente al mar. Duración recomendada: 7–8 h para disfrutarlo con calma.
Si quieres visitar Cadaqués no te pierdas este artículo.
Día 2 · Visitando el Empordanet: la esencia de la Costa Brava
Entramos en el corazón del Empordanet, una zona que condensa todo el romanticismo rural de Girona. Entre campos de arroz, pueblos de piedra y plazas con pórticos, se dibuja una jornada de descubrimiento pausado, buena comida y paisajes de postal.
Monells: Encanto rural y plaza con historia
Monells es inmejorable para comenzar el día: plaza porticada de luz tamizada, pavimentos de piedra y arcadas que cuentan siglos de historia. El silencio ancestral del pueblo se combina con el ritual de un buen desayuno bajo la sombra de las arcadas.

Es relevante porque conserva la esencia del Baix Empordà agrícola medieval. No es solo una fotografía bonita: es memoria viva de los mercados semanales y del funcionamiento de una villa fortificada con puente y muralla.
A destacar: pasear por el puente medieval, visitar la plaza de Les Voltes, descubrir pequeñas tiendas de artesanía y tomar un café contemplando la estructura original del centro. Duración aprox.: 2–3 h.
No te pierdas cómo hacer la visita a Monells.
Peratallada: arquitectura que te traslada al pasado
Casitas de piedra, callejones estrechos y una plaza mayor tan perfectamente enmarcada que parece de cuento. El conjunto monumental está tan bien conservado que caminar por él es revivir el mediano siglo XIII.

Es un referente de villa medieval bien restaurada. Su muralla, torres y arcadas son testigos del poder que la villa tuvo como centro defensivo y mercantil.
No te pierdas: la pl. del castillo, los callejones con arcos, el recinto amurallado y los restaurantes donde degustar la cocina ampurdanesa (arroz, aceites y vinos). Peratallada es perfecta para almorzar y disfrutar de un ambiente pausado. Duración: 3 h.
Si quieres descubrir Peratallada no te pierdas este artículo.
Pals: miradores sobre el Empordà
Pals corona la montaña situada entre arrozales y mar. Pasear por sus calles empedradas y llegar a la Torre de las Horas te regala panorámicas del círculo marino y de la llanura de arroz. Todo un espectáculo visual.

El pueblo está envidioso de la Costa Brava y se accede fácilmente desde el interior. Es relevante porque conserva el aspecto de fortaleza medieval, con castillos, murallas y casas antiguas restauradas.
Puedes visitar la plaza medieval, subir a la torre, explorar el núcleo antiguo y finalizar con un paseo por los arrozales o por la playa cercana. Duración recomendada: 2 h.
¿Quieres saber más sobre Pals? No te pierdas este artículo.
Día 3 · La Costa Brava más filmable y fotogénica
Este día es para dejarse seducir por el encanto marinero y las aguas cristalinas. Recorremos dos de los pueblos más emblemáticos de la Costa Brava, donde la costa se despliega en un espectáculo de rocas, calas y murallas con vistas únicas.
Calella de Palafrugell: mar, pinos y calas de postal
Aquí el Mediterráneo parece pintado a mano. El esplendor de la costa se refleja en aguas que varían en turquesa y verde. El pueblo mantiene su encanto de pescadores, con casas bajas, barcos y playas íntimas rodeadas de pineda y rocas.

Es un referente visual de la Costa Brava, ideal para hacer fotos y relajarse. Un lugar donde la gastronomía marinera también destaca, con restaurantes que cocinan pescado fresco y recetas con productos locales.
No te pierdas Las calas como El Golfet, Port Bo, Canadell o La Platgeta, el Camí de Ronda hacia Llafranc, y un almuerzo con platos de pescado fresco. Duración: 5 h.
Descubre Calella de Palafrugell.
Tossa de Mar: una muralla amurallada al mar
Una ciudad fortificada con siete torres y un barrio viejo idílico frente al mar. Su muralla medieval permite pasear con vistas panorámicas sobre la costa. La playa de Es Codolar abajo es una postal clásica.

Es relevante por su fortificación bien conservada y su conexión directa con la cultura marinera. En el siglo XIII ya era puerto contra piratas y hoy refleja aquel pasado en cada piedra.
Visita la Vila Vella, sube a las torres, explora los museos y disfruta de una cena con vistas a la playa, especialmente al atardecer. Duración: 3 h.
Descubre todo lo que debes saber sobre Tossa de Mar
Día 4 y 5 · Interior de Girona y prelitoral pirenaico
Los últimos dos días nos adentramos en un paisaje más salvaje y verde, lleno de rincones con historia, pueblos colgantes, volcanes dormidos y calles medievales. Una ruta perfecta para conectar con la esencia montañosa y patrimonial de Girona.
Besalú: Antigüedad y leyenda
Besalú es un pueblo que respira historia desde el puente románico hasta el barrio judío. Entrar en él es dar un salto atrás de muchos siglos, con empedrados, puentes y edificios que parecen atemporales.

Es relevante porque su estructura medieval es de las más bien conservadas. Tiene un espacio de convivencia entre culturas, con sinagoga, antiguo baño judío y monasterio que muestran una Cataluña plural.
Descubre el puente fortificado, el callejón judío, el monasterio de Sant Pere, el Micromundi, y comparte una tarde de artesanía y café local. Duración: 4 h.
¿Quieres conocer mejor Besalú?, lee esta guía.
Castellfollit de la Roca: suspendido entre dos ríos
Construido sobre una ladera de roca basáltica de 50 m de altura, el pueblo parece colgado en el aire. Cada mirador revela vistas dramáticas sobre el río Fluvià y el valle fértil.

Releva porque es un ejemplo extraordinario de pueblo integrado a una formación geológica y que mantiene una coherencia arquitectónica singular. Ideal para sentirse minúsculo frente a la naturaleza.
Pasea por los miradores panorámicos, recorre el núcleo urbano y contempla cómo las casas ven el precipicio. Fotografía garantizada. Duración: 2 h.
Aquí tienes un artículo completo para conocer mejor Castellfollit de la Roca
Santa Pau: volcanes y tradiciones ancestrales
Plaza porticada que conduce a calles medievales y una arquitectura que respira naturaleza volcánica. En la cocina local, destaca la judía de Santa Pau, con una leyenda y sabor que definen el pueblo.

Es relevante por ser la puerta del Parque Natural de la Garrotxa, y porque conjuga patrimonio medieval con paisaje volcánico. Un lugar donde la vida rural aún tiene ritmo propio.
Visita la plaza, la iglesia de Santa María, haz una caminata entre campos de volcanes y disfruta de un tast de judías con recetas locales. Duración: 3 h.
Beget: remota belleza románica
Este pueblo es un tesoro oculto donde las casas de piedra, los puentes medievales y la iglesia de Sant Cristòfol forman un escenario casi intacto. Todo aquí tiene sabor antiguo: silencio, piedra y naturaleza de alta montaña.

Es relevante porque mantiene un estilo románico puro y porque se encuentra en un entorno de prados y bosques salvajes. Ideal para buscar tranquilidad y recargarse de calma.
Recorre la iglesia románica, sube al puente medieval, pasea por las casas de piedra y cierra con una tarde de lectura o cena al ritmo del río. Duración: 3 h.
Si quieres visitar Beget, lee este artículo.
Camprodon: cultura, montaña e historia
Pont Nou, monasterio de Sant Pere, villas nobles y música clásica. Camprodon combina historia, arquitectura y entorno de montaña con un ambiente cultural que no esperabas.

Es relevante porque era un destino veraniego de la burguesía catalana de finales del XIX, y conserva aquel espíritu elegante y pausado. Además, es punto de partida ideal para excursiones pirenaicas.
Camina por el puente románico, visita el monasterio, disfruta de un concierto si encuentras uno, y no te vayas sin comprar las famosas galletas artesanas como recuerdo sabroso. Duración: 4 h.
Es importante que sepas
Este itinerario se puede alargar tanto como quieras. Cada pueblo tiene un entorno ideal para hacer senderismo, degustar gastronomía local, o simplemente descansar más días. Girona es infinita, y estos cinco días son solo la punta de lanza de una provincia rica en descubrimientos.