L'escapadeta
Pocos lo conocen: este pueblo de Barcelona es un tesoro modernista con baños termales

El pueblo se llama La Garriga. A solo 30 minutos de Barcelona, combina el legado de la burguesía modernista con una tradición termal que se remonta a la época romana.

Sus calles, jardines y balnearios cuentan otra historia del Maresme, más íntima, serena y sorprendente.

Un legado romano entre villas burguesas

Pasear por La Garriga es caminar entre siglos. En el subsuelo de este municipio barcelonés descansan los restos de una villa romana conocida como Can Tarrés, un yacimiento que revela la sofisticación de las antiguas termas romanas: salas de agua fría y caliente, hornos subterráneos, piscinas y espacios sociales. Ya entonces, el agua era sinónimo de bienestar.

Pero fue en el siglo XIX cuando este pequeño pueblo cambió para siempre. Las clases acomodadas de Barcelona comenzaron a mirar hacia aquí buscando salud, aire puro y tranquilidad, impulsadas por el auge del termalismo en Europa. Así, La Garriga empezó a transformarse en una villa de veraneo, y el urbanismo se llenó de jardines, calles amplias y nuevas construcciones.

Modernismo a pie de calle

El modernismo en La Garriga no es un espectáculo masivo ni una postal repetida. Es un modernismo íntimo, contenido, integrado en la vida cotidiana. Solo hay que caminar por la calle Banys o por la avenida Onze de Setembre para descubrir fachadas con mosaicos, rejas florales, vitrales multicolores y líneas curvas que parecen danzar con el entorno.

Uno de los edificios más emblemáticos es el Balneario Blancafort, que conserva la esencia de su origen modernista. Fundado en 1840 y ampliado a finales del siglo XIX, este balneario fue lugar de reunión para la burguesía catalana. Hoy, reconvertido en spa de lujo, continúa ofreciendo una experiencia donde el diseño y la salud van de la mano.

Otras casas como la Casa Barbey o la Torre Iris son ejemplos sublimes de este patrimonio arquitectónico. Sus nombres quizás no suenan tanto como los de Gaudí o Domènech i Montaner, pero su valor es indiscutible. De hecho, hay rutas guiadas que permiten descubrir estas joyas ocultas a un ritmo pausado, como dicta el espíritu del lugar.

Aparte de los balnearios, el centro histórico de La Garriga conserva edificios modernistas y eclécticos que hablan del pasado burgués de la villa. Paseando por sus calles, se pueden ver torres con miradores, esgrafiados y vitrales que hacen de la visita una experiencia estética y arquitectónica completa.

Maresme

El agua como experiencia sensorial

La tradición termal continúa viva en La Garriga. Además del Blancafort, el pueblo cuenta con otras instalaciones que aprovechan los manantiales mineromedicinales que emergen a más de 60 °C desde el subsuelo. Estas aguas, ricas en bicarbonato y litio, se han utilizado desde hace siglos para aliviar dolores musculares, estrés o problemas respiratorios.

Pero más allá de sus propiedades terapéuticas, la experiencia del agua en La Garriga es casi un ritual. Sumergirse en una terma caliente mientras se observa el jardín modernista o se escucha el silencio del entorno es una forma de reconectar con uno mismo. Muchos visitantes no vienen por ninguna dolencia, sino por una necesidad: la de parar.

Un refugio verde cerca de la ciudad

Parte del encanto de La Garriga reside en su entorno. Situado en la comarca del Vallès Oriental, a los pies del Parque Natural del Montseny, el pueblo ofrece paisajes de colinas suaves, caminos entre viñedos y masías centenarias. Es habitual ver ciclistas y excursionistas compartiendo ruta con vecinos que van a comprar el pan.

El tren que conecta La Garriga con Barcelona tarda menos de 40 minutos, pero el cambio de ritmo es inmediato. Aquí, la prisa no existe. Lo moderno convive con lo natural, y lo antiguo todavía respira. Quizás por eso, quien llega por curiosidad, regresa por necesidad.

¿Y tú, ya conoces La Garriga?

El modernismo barcelonés a menudo evoca multitudes, fotos rápidas y fachadas de postal. Pero hay otra cara, más discreta, más vivida. En La Garriga, la belleza no se exhibe, se habita. Y el agua no se vende como tendencia, sino como herencia.

Quizás es hora de mirar más allá del mapa turístico y acercarse a aquellos rincones que aún guardan historias por contar. Comparte este descubrimiento con quien necesite una escapada perfecta. Quizás está a solo media hora de distancia.

Nou comentari

Comparteix

Icona de pantalla completa