No es una cápsula del tiempo: es un pueblo real que parece un oasis floral y nos ofrece la oportunidad de vivir un retiro inigualable y una escapada para desconectar en pleno Pirineo y es un destino de turismo auténtico y sostenible.
Tiene apenas 107 residentes y es una pequeña localidad que ha sabido transformar su aislamiento geográfico en su gran atractivo. Hoy se le considera uno de los Pueblos Más Bonitos de España, reconocimiento que ha obtenido por parte de la organización del mismo nombre.
Turismo sostenible con olor a flores
El verdadero encanto de Bagergue es una mezcla de elementos que sustentan su coherencia estética, ecológica y una economía enfocada en un desarrollo circular.
Entre sus calles podemos ver las bonitas casitas. Pero estas no son solo construcciones para residencias. En realidad, son piezas que se integran al paisaje circundante. Están hechas de piedra oscura, tejados de pizarra y balcones de madera llenos de flores.
Todo el pueblo se concibe como parte de la adhesión del pueblo al movimiento Viles Florides. Es una iniciativa de la Confederación de Horticultura Ornamental de Cataluña o CHOC, que tiene como objetivo transformar y embellecer rincones, pueblos y ciudades no solo de Cataluña, sino también de Andorra. Está fundamentado todo en el uso de las flores y las plantas ornamentales.

Este movimiento utiliza la ecología y el crecimiento económico sostenible, poniendo énfasis en dar valor añadido a la riqueza natural y paisajística de cada pueblo o ciudad. Esto ha hecho que el turismo sea sostenible y muy estético.
Ha sido un éxito, ya que ha dado visibilidad a los municipios que hoy demuestran un compromiso activo con el medio ambiente urbano y una mezcla perfecta entre el verde natural lleno de flores y la sostenibilidad.
Lo más destacado es que estas explosiones de color perduran durante la mayor parte del año porque se utilizan plantas y flores de temporada.
Cuando paseas por sus calles empedradas te encuentras con un entorno en el que conviven flora y urbanismo de manera perfectamente ecológica. De hecho, Bagergue es un pueblo protegido por el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña.
No te puedes perder esta experiencia meditativa que evoca la sensación de estar en una aldea alpina suiza, pero con el cálido acento, tradición y la gastronomía única del Valle de Arán.

Historia, cultura y belleza en cada rincón
A pesar de ser un pueblo pequeño con pocos habitantes, Bagergue disfruta de una riqueza cultural e histórica digna de descubrir. La piedra angular de su patrimonio y joya más destacada es la Iglesia de Sant Fèlix, una muestra que mezcla orígenes románicos de los siglos XII y XIII con detalles arquitectónicos variados de sus posteriores ampliaciones. Su silueta domina el núcleo urbano y es testigo silencioso del paso del tiempo.
A pocos minutos a pie del templo y siguiendo el murmullo del río Unhòla nos encontramos con la Ermita de Santa Margarida. A pesar de sus líneas sencillas y su pequeño tamaño, este pequeño edificio cobra vida cada 20 de julio, cuando se convierte en el punto central de una emotiva romería, un evento que subraya la fuerte conexión de Bagergue con sus tradiciones y su fe.
Si te gusta la historia y la cultura o simplemente quieres conocer más este bello pueblo, no te pierdas una visita al Museo Eth Corrau en la Calle Mayor, ya que es una parada obligatoria.
Allí verás más de 2.500 objetos que reflejan historia y tradición. Hay utensilios de campo, jarras, herramientas y una gran variedad de utensilios domésticos que muestran cómo era la vida de antes.
Todos se exponen para contar la historia silenciada de la vida cotidiana aranesa y nos muestran cómo fue la vida en Bagergue antes de la llegada del turismo y la vida moderna. Nos da la posibilidad de conocer su identidad local.

Vive una experiencia sensorial y gastronómica
El turismo representa la principal actividad económica de Bagergue, ya que cerca del 95 % de sus ingresos provienen de este sector. Además, sus emprendedores han sabido enfocarlo para ofrecer a los visitantes una experiencia de alta calidad que apela a los sentidos.
Empieza por la buena comida
Los amantes de la buena comida pueden disfrutar de una experiencia culinaria en el pueblo. Esta es tan exquisita como los casi 1.500 metros a los que se encuentra el pueblo.
Primero, visita la Formatgeria Hormatges Tarrau, reconocida como la más alta del Pirineo. Allí comienza un viaje de sabores, con visitas guiadas y degustaciones de quesos artesanos elaborados con leche de la región.
En el Restaurant Unhòla, fundado en 1985, puedes probar platos innovadores donde se fusiona magistralmente la cocina tradicional aranesa con influencias vascas y modernas técnicas de cocción, emplatado y presentaciones.
En sus mesas pintorescas podemos probar platos robustos y sabrosos. No puedes dejar de probar la famosa olla aranesa y exquisitos txuletones.

Desconecta en la naturaleza
Para quienes buscan desconexión del ajetreo diario y perderse en la naturaleza, Bagergue es un punto de partida estratégico.
El pueblo se conecta con diversas rutas de senderismo. Una de ellas son los tramos de la GR del Vall d’Aran y la subida al Còth de Varradòs.
En verano, no puede faltar un baño y chapuzón en los embalses y piscinas naturales: siguiendo la pista hacia el Vall de Barradós, el río Unhòla nos ofrece estas maravillas.
Y eso no es todo: los deportistas al aire libre pueden disfrutar de las rutas de senderismo porque desde el mismo Bagergue parten diversas rutas a pie. Las más importantes son hacia el Còth de Varradòs o la GR del Vall d’Aran, que conectan con los pueblos vecinos de Unha, Salardú o Gessa.