Hay rincones que parecen escondidos a la vista de todos, como si el mar y la tierra hubieran pactado guardarlos en secreto. Espacios donde el agua brilla con una luz casi irreal y el aire lleva el aroma de los pinos y la sal. Son lugares que, una vez descubiertos, te hacen preguntar cómo es posible que aún no estén en todas las guías.
Una postal mediterránea difícil de olvidar
Imagina un lugar donde el mar se divide en dos abrazos azules, separados por una lengua de roca que parece dibujada a mano. El agua, tan clara que deja ver cada piedra del fondo, juega con tonalidades que van del turquesa más vivo al azul profundo. Todo alrededor, acantilados cubiertos de pinos y arbustos, que llenan el aire de un aroma fresco y salado.
Esta cala, considerada por la prensa británica como una de las 20 mejores playas desconocidas de Europa, es mucho más que un paisaje bonito: es una experiencia para los sentidos. Cuando llegas, el tiempo parece ralentizarse y cada detalle, el olor, el sonido de las olas, la textura de la arena, queda grabado en la memoria.
Cala Estreta: entre naturaleza y leyenda
Situada dentro del espacio de interés natural de Cap Roig, a menos de diez kilómetros de Palamós, su particular forma se debe a un saliente rocoso conocido como la Roja. Esta formación divide la cala en dos medias lunas perfectas, creando dos ambientes diferentes dentro del mismo paraíso.

El paisaje que la rodea es típicamente ampurdanés: pinares que llegan hasta tocar la arena, arbustos resistentes al viento y aguas tan transparentes que invitan al snorkel. El mismo Josep Pla, en su Guia de la Costa Brava, la describió con sensibilidad poética: «El agua nos parece más pura que en cualquier otro lugar, la arena más limpia, el recogimiento más seguro, los pinos más olorosos, la libertad más auténtica, la soledad menos dramática».

En uno de los extremos, una pequeña caseta de pescadores destaca como testigo vivo del pasado marinero. Datada en documentos de 1531 y restaurada en el siglo XIX, servía de refugio y almacén para los pescadores de Calella de Palafrugell. Desde su restauración en 2010, se puede alquilar para uso privado, convirtiéndose en el escenario perfecto para una comida tranquila frente al mar.
Un acceso que preserva la esencia
Una de las razones por las que este lugar ha mantenido su encanto es su dificultad de acceso. No encontrarás servicios ni grandes comodidades, solo la naturaleza en estado puro. Para llegar, hay que recorrer un tramo del Camí de Ronda desde Castell, una caminata de unos 20 o 30 minutos que serpentea entre calas como Cala Sanià, Els Corbs o Cala Canyers.

Esta ruta no solo es el camino hacia el destino, sino parte de la experiencia: cada curva ofrece nuevas vistas del mar, rincones escondidos y el sonido constante de las olas rompiendo contra las rocas.
Cuando el sol se despide
Al atardecer, la luz cambia y la cala se tiñe de tonos naranja y dorados. Es el momento perfecto para un último baño o para simplemente sentarse en la arena y ver cómo el sol se funde con el horizonte. Desde aquí, también puedes divisar las Illes Formigues, un pequeño archipiélago de dieciséis islotes que, según la leyenda, reciben su nombre por parecer un hormiguero visto desde el cielo.

Un espectáculo al atardecer
Por la tarde, la luz dorada enciende el agua. El cielo se tiñe de naranja. Y las Illes Formigues, en el horizonte, parecen flotar como pequeñas joyas de piedra. Es un momento que queda grabado.
Consejos para disfrutar la visita a Cala Estreta al máximo
- Llega temprano: en temporada alta, el espacio es reducido y se llena rápidamente.
- Lleva calzado cómodo para el Camí de Ronda.
- No hay servicios fijos: lleva agua, comida y protector solar.
- Respeta el entorno: es un espacio natural protegido.
Cómo llegar a Cala Estreta
No hay carretera directa. Y es mejor así. Para llegar, hay que seguir el Camí de Ronda desde la playa de Castell unos 20-30 minutos. Un paseo entre rocas, vistas de ensueño y pequeñas calas escondidas como Cala Sanià o Els Corbs.
Cuando llegas, no hay ruido. Solo el mar.
Planes para completar la visita a Cala Estreta
Si aún tienes ganas de mar, a solo diez minutos en coche o media hora a pie encontrarás la Cala del Crit, muy apreciada por los aficionados al buceo. También puedes seguir explorando otros tesoros de la Costa Brava, como Calella de Palafrugell o incluso bajar hasta Tossa de Mar para cerrar el día con un paseo por su núcleo medieval.
Recuerda: Si quieres aprovechar al máximo tu estancia en la Costa Brava, puedes seguir nuestra guía de 5 días que combina calas, pueblos y miradores para disfrutarla sin prisas.