Entre las fortalezas más singulares de Europa se alza una joya insular: el Castillo de Bellver, el único castillo completamente circular de España. Su forma perfecta esconde siglos de historia: residencia real, prisión militar, fábrica de moneda y, hoy, un museo que respira pasado en cada muro.
A solo tres kilómetros del centro de Palma, este monumento gótico desafía las normas del diseño militar medieval con su planta redonda y las imponentes vistas sobre la bahía. Su estructura ha servido para proteger, castigar, acuñar moneda y, ahora, para contar historias.
Historia y encargo real: el origen del Castillo de Bellver
Jaime II de Mallorca ordenó su construcción entre 1300 y 1311, buscando un refugio real alejado del bullicio urbano y con vistas dominantes. El arquitecto atribuido, Pere Salvà, se inspiró en modelos circulares del Mediterráneo, como el Herodión en Cisjordania, aportando un toque gótico inédito en la isla.
Durante la edad media, Mallorca necesitaba no solo un bastión defensivo, sino un símbolo de poder. El castillo, con sus gruesos muros y su planta circular, ofrecía una ventaja táctica: ausencia de ángulos muertos para la defensa y una visión completa del enemigo. Su ubicación, a 112 metros sobre el nivel del mar, le da un dominio absoluto del horizonte.
Arquitectura única: el poder del círculo
El diseño circular es su rasgo más destacado. El patio interior, también circular, cuenta con una cisterna central cubierta con un brocal bellamente trabajado, alimentada por el agua de lluvia recogida de los tejados del castillo. Las dependencias se organizan en dos plantas que rodean el patio porticado con arcos góticos.
Cuatro torres completan la fortificación, siendo la más grande la Torre del Homenaje. Destacable por su pasarela elevada y la condición de torre exenta, reforzaba la seguridad del recinto permitiendo un último refugio incluso si el resto del castillo caía. Los ventanales ojivales y los detalles ornamentales confirman la ambición artística del proyecto.
De fortaleza real a prisión militar
Bellver no solo fue un palacio real. Durante las epidemias de peste en el siglo XIV sirvió de refugio para la familia real. Pero su uso más famoso fue como prisión. Entre sus muros estuvo encerrado Gaspar Melchor de Jovellanos, ministro ilustrado y escritor español, recluido por motivos políticos.
Los calabozos húmedos y oscuros, excavados en la roca, aún conservan un aire opresivo. Allí, prisioneros de guerra y presos políticos soportaron años de cautiverio. La forma circular, tan estética, también era un instrumento de control: facilitaba la vigilancia de los internos y reducía las vías de fuga.
El siglo XIX: fábrica de moneda y decadencia
En el siglo XIX, la fortaleza perdió el carácter exclusivamente militar. Se instaló una fábrica de moneda que operaba en sus salas con bóvedas, acuñando piezas que hoy son objeto de estudio y coleccionismo. Sin embargo, esta etapa marcó el inicio de su decadencia física, con reformas improvisadas y un uso descuidado del espacio.
A medida que avanzaba el siglo, el castillo quedaba relegado a un papel marginal en la estrategia militar, mientras la ciudad de Palma crecía y se modernizaba. Su silueta redonda, visible desde lejos, seguía imponiendo respeto, pero su interior se degradaba año tras año.
Renacimiento cultural: del abandono al museo
En 1931, el Estado transfirió la propiedad del castillo al Ayuntamiento de Palma, marcando un punto de inflexión en su historia. Desde 1932 comenzó a funcionar como museo, recuperando poco a poco su esplendor. La gran restauración de 1976 consolidó esta vocación cultural, devolviéndole el aspecto original y asegurando su conservación para las generaciones futuras.
Hoy alberga el Museo de Historia de la Ciudad de Palma, con exposiciones permanentes que recorren la evolución de la isla desde la época romana hasta la actualidad. Las salas incluyen esculturas, documentos y objetos que iluminan la vida cotidiana de los mallorquines a lo largo de los siglos.
Un icono patrimonial y turístico
El Castillo de Bellver se ha convertido en un símbolo indiscutible de Palma de Mallorca. Sus vistas panorámicas permiten contemplar la bahía, la Sierra de Tramontana y el casco antiguo, regalando una de las postales más espectaculares de la isla.
Hoy es un lugar de visita obligada para locales y turistas. Su singularidad arquitectónica, la historia poliédrica y el excelente estado de conservación lo convierten en una ventana privilegiada al pasado. Eventos culturales, conciertos y visitas guiadas mantienen viva la llama de este monumento centenario.
Cierre temático: legado circular para la historia
El Castillo de Bellver no es solo una curiosidad arquitectónica; es un testigo silencioso de las luces y sombras de la historia de Mallorca. De residencia real a prisión y fábrica de moneda, para renacer como museo, este círculo de piedra nos enseña que el tiempo lo transforma todo.
¿Has paseado alguna vez por su patio? ¿Te has asomado a sus murallas para imaginar galeones en la bahía? Te invitamos a descubrirlo, compartir su historia y reflexionar sobre la importancia de conservar nuestro patrimonio. ¡No dejemos que se pierdan estos relatos que nos definen!
