Todo comienza con un silencio que promete: esa llamada suave y misteriosa que te empuja a girar por una calle desconocida, a atravesar un arco de piedra o a seguir un camino sin prisa. Sin mapas ni indicaciones, solo la intuición que te susurra que aquí, cerca, hay algo capaz de cautivarte.
El aire respira historia
Caminar por el casco antiguo es como abrir un portal al pasado. Cada pisada resuena sobre adoquines que han visto siglos y cada pared parece guardar secretos que nadie ha osado romper. No hay prisas, no hay bullicio, solo tiempo detenido y una calma que parece eterna. El aire es denso, con un regusto antiguo de piedra húmeda, madera vieja y tierra tras la lluvia.
La esencia de un pueblo que se descubre poco a poco
Aquí todo es cercano, casi confidencial. A simple vista, podría parecer un lugar humilde, sin grandes reclamos. Pero cada recodo esconde una historia, y sus calles estrechas, las fachadas de piedra y los arcos que te conducen hasta la plaza te hacen sentir parte de un relato que solo se entiende si te detienes. En este rincón, la belleza se esconde en el detalle y lo pequeño se vuelve inmenso.

Espacios de silencio y perspectiva
La plaza principal forma un espacio semicircular ideal para sentarse en una escalera o sección de sombra. Un par de bancos de piedra, un palacete renacentista y el murmullo tranquilo de los árboles crean un escenario perfecto para imaginar mercados medievales o diálogos de época.
Estamos en Monells, en el Baix Empordà
Ahora sí, rompiendo la incógnita, estás en Monells, un pueblo del Baix Empordà que se hizo famoso por aparecer en “Ocho apellidos catalanes”. Pero no es el cine lo que lo hace interesante, su autenticidad y humildad ya lo hacen de serie.

Monells con ojos de habituado

Monells destaca por la Plaza Jaume I, antigua plaza de mercado, rodeada de arcos y fachadas de piedra. Cerca se encuentra el Palacete de Monells, con una bóveda catalana en el vestíbulo y convertido en un pequeño hotel singular. La plazuela de l’Oli, accesible por debajo de unos arcos, te deja sin aliento ante tanto detalle.
La calle de los Arcos

Una calle estrecha con arcos góticos bajos y fachadas que te hacen sentir en un decorado medieval auténtico. Molino de silencio, zonas de sombra… lugar ideal para fotografías que cuestan encontrar y difícilmente llegan a redes.
Qué hacer en Monells: pasear, sentarse, respirar
- Pasea sin prisa por sus calles empedradas.
- Toma un café bajo la arcada de la plaza central.
- Descubre los arcos de la Plaza de l’Oli e imagina un mercado medieval.
- Hazte fotos desde el Puente antiguo con vistas de las torres y el Rissec.
Autenticidad rodeada por paisajes
Rodeados de campos, viñedos y bosques de las Gavarres, Monells se convierte en un punto de partida suave hacia pueblos como Peratallada, Pals, o las pequeñas localidades de Cruïlles y Sant Sadurní.

Monells en contexto
A pocos minutos en coche se encuentra la Casa Museo Castell Gala Dalí en Púbol: palacio, arte y leyendas. La Ciudad ibérica de Ullastret, una parada obligada para entender organización antigua y arqueología local.
Momentos para recordar
Recuerdo una tarde en que la luz se filtraba entre los arcos, una pareja mayor paseaba agarrada de la mano y un músico tocaba una melodía clásica. Aquel escenario de calma era un poema visual que se mantiene grabado.
Una propuesta de fin de semana completa
Visítalo preferiblemente entre semana o a primera hora de la mañana para disfrutarlo sin aglomeraciones. Lleva calzado cómodo porque las piedras y desniveles no perdonan.
En verano, vale la pena hacer la ruta Tres Pobles que une Monells, Pals y Peratallada, te ofrecen un viaje al pasado, añadiendo gastronomía y naturaleza en cada parada. Si quieres descubrir el entorno de Girona en cinco días no te pierdas esta guía.
En un fin de semana puedes recorrer el Camino de Ronda, bañarte en una cala escondida y terminar con una cena de mariscos al atardecer. Al día siguiente, snorkel, buceo y paseos entre calles blancas y tiendas artesanas. Si tienes más tiempo, explora joyas como Cala del Crit, Cala Estreta o Cala S’Alguer, y pasea por Calella de Palafrugell. Y al norte, el Cap de Creus esconde playas salvajes como la Cala Taballera.
Visitar el Empordanet es una escapada diferente
Monells muestra cómo un pueblo pequeño puede conservar alma, historia y autenticidad, aunque esté cerca de buzz zomies y turismo viral. Aquí el tiempo camina a pasos diminutos, pero intensos.
Si estás buscando una escapada real, con piedras que hablan, arcos que conducen a memoria viva y un ambiente medioevo que te sorprenda, apunta Monells. Es más que un pueblo: es un pequeño testigo del pasado que puede convertir los días en recuerdos llenos de alma.