Lo primero que cautiva a cualquier visitante es el efecto sorpresa. En medio de la bahía de Roses, aparece una trama de canales navegables que se adentran hasta las casas. Se trata de Empuriabrava, una urbanización singular que nació en los años sesenta y que hoy es uno de los centros turísticos más sorprendentes de Cataluña. Aquí, las embarcaciones sustituyen a menudo a los coches y la calma de las calles de agua se combina con la energía del paracaidismo y la riqueza natural del Parque de los Aiguamolls de l’Empordà.
Una Venecia en la Costa Brava
Empuriabrava ha recibido a menudo el apodo de “la Venecia catalana”. No es casualidad: el pueblo cuenta con más de 24 kilómetros de canales navegables, convirtiéndolo en el puerto deportivo residencial más grande de Europa. Su construcción fue un proyecto urbanístico atrevido, pensado para atraer turismo de calidad y crear un ambiente mediterráneo con inspiración nórdica. Las casas con embarcadero propio permiten salir en barco directamente desde el jardín, una experiencia que sorprende a cualquiera que lo descubre por primera vez.
Este sistema de canales no solo es pintoresco, sino que también es un reclamo turístico que atrae a familias, parejas y curiosos que quieren pasear en barco sin salir del núcleo urbano. En días soleados, la imagen es cautivadora: casas blancas, palmeras y aguas tranquilas donde las embarcaciones avanzan lentamente, creando una postal casi mediterránea pero con aires venecianos.
Un pueblo enmarcado por la naturaleza
A pesar de su esencia urbanística, Empuriabrava vive rodeado de un patrimonio natural privilegiado. A pocos minutos a pie se encuentra el Parque Natural de los Aiguamolls de l’Empordà, uno de los espacios más importantes de Cataluña en biodiversidad. Se trata de un auténtico paraíso para los amantes de la ornitología y los paseos al aire libre, con estanques, lagunas e itinerarios que permiten disfrutar de especies únicas de aves migratorias.
Al mismo tiempo, el pueblo se enmarca en el conjunto natural del Montgrí, las Islas Medas y el Bajo Ter, un espacio protegido que combina paisajes marítimos, zonas húmedas y relieves montañosos. Este contraste hace que, en pocos kilómetros, se pueda pasar de la observación de aves en los humedales a la contemplación de islas marinas llenas de vida submarina. Es un entorno que invita tanto a la reflexión como a la aventura, con caminatas, rutas en bicicleta y actividades de naturaleza adaptadas a todas las edades.
Aventuras desde el cielo
Uno de los grandes atractivos de Empuriabrava es, sin duda, su conexión con el paracaidismo. Aquí se ubica el centro Skydive Empuriabrava, considerado uno de los más prestigiosos de Europa y reconocido en todo el mundo. Los saltos se realizan desde 4.000 metros de altura y ofrecen una vista inigualable: la combinación de los canales, la bahía de Roses, la silueta de los Pirineos y la inmensidad del Mediterráneo.
Para muchos viajeros, esta experiencia es un punto culminante del viaje. Tanto los debutantes como los profesionales del paracaidismo coinciden en describir Empuriabrava como un escenario inmejorable para sentir la libertad del vuelo. Las condiciones meteorológicas, generalmente favorables, y el entorno natural convierten cada salto en una vivencia cargada de adrenalina y belleza. No es extraño que sea un destino habitual de turistas extranjeros que buscan unir vacaciones de sol y playa con emociones fuertes.
Turismo y vida local
Más allá de los canales y del cielo, Empuriabrava ofrece todo un abanico de posibilidades. Sus playas de arena fina son ideales para familias con niños y para aquellos que buscan relajarse junto al mar. Las actividades acuáticas, como el paddle surf, el kitesurf o el alquiler de pequeñas embarcaciones, forman parte de la vida cotidiana durante el verano.
La gastronomía también juega un papel destacado. Los restaurantes de la zona apuestan por la cocina mediterránea con productos frescos del mar y de la huerta ampurdanesa. Desde una paella con vistas a los canales hasta tapas en una terraza, la oferta es variada y auténtica. Además, la proximidad con poblaciones como Castelló d’Empúries aporta un toque histórico y cultural, con calles medievales y monumentos que complementan la experiencia.
El perfil de los visitantes es diverso: familias europeas que pasan el verano, parejas que buscan un fin de semana romántico, y aventureros que llegan atraídos por el paracaidismo. Esta mezcla crea un ambiente cosmopolita pero cercano, donde la tranquilidad convive con la energía de las actividades deportivas.
Una ventana abierta a las emociones
Empuriabrava no es solo un lugar para visitar, sino un escenario para vivir. El agua de los canales, la luz de los atardeceres, la naturaleza que lo rodea y la posibilidad de verlo todo desde el cielo hacen que sea un destino inolvidable. Pocas localidades pueden presumir de reunir tanta diversidad en un espacio tan concentrado: calma, naturaleza y aventura.
Este pueblo catalán es, en esencia, una ventana abierta a las emociones. Un espacio que recuerda que viajar no es solo desplazarse, sino descubrir realidades inesperadas y compartirlas. Quien se adentra en sus canales o salta desde su cielo, difícilmente olvida la experiencia.