El secreto mejor guardado de las Montañas
Cuando te propones escapar del asfalto y el ruido constante de la ciudad, a veces encuentras rincones que no buscan aparecer en ninguna guía turística, pero que te cautivan sin hacer ruido. Cerca de Tarragona, hay un encanto que invita a entrar, observar y suspender el tiempo. Un rincón donde el agua, la roca y la leyenda se entrelazan para crear un escenario único. Todo comienza con una ruta discreta, sin grandes pendientes pero llena de promesas.
El ambiente que precede la revelación
El camino que lleva hasta el destino no es exigente, pero sí evocador. Se adentra entre pinos, hayas y encinas, con el aroma del bosque húmedo y las notas del río como banda sonora. A medida que avanzas, se intuye una ligera frescura; sabores de naturaleza que anticipan lo que vendrá. Es fácil olvidarse del reloj y de todo aquello que te hacía correr hasta ahora.
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Cuando el agua habla sola
Llegas a un descenso suave y el agua comienza a murmurar con más fuerza. Entre las rocas, se intuye una balsa perfecta, de forma circular. De repente, es como si la naturaleza hubiera decidido preparar un plato especial solo para ti, con el agua como protagonista. En ese momento, aún no sientes el nombre, pero el lugar ya te revela parte de su magia.
El espacio y la leyenda se revelan
Ahora viene la recompensa: estás frente al Toll de l’Olla. Una piscina natural de agua cristalina alimentada por el río Brugent, rodeada de roca y vegetación espesa. El agua mantiene una temperatura agradable y es tan transparente que puedes ver cómo pasa el sedal a piedras y ramas. Es un escenario que parece salido de un cuento: luz tamizada entre árboles, brillo tembloroso en la superficie y la sensación de que estás en un lugar pensado para la contemplación.
La historia que acompaña este rincón añade profundidad. Se dice que, en el siglo XVII, una bruja llamada Farebona utilizó esta balsa natural como recipiente para preparar una poción que liberara al pueblo de una peste devastadora. La olla era demasiado grande, así que recurrieron a esta “olla” de agua. Desde entonces, el lugar tiene esta aura de secreto ancestral.
Cómo llegar y qué llevar
Desde Tarragona, toma la C‑14 en dirección a Montblanc y sigue las indicaciones hacia Farena. Allí encontrarás un aparcamiento señalizado. No hay vías de acceso directas, la ruta es solo a pie y dura unos 20–30 minutos. Es fácil, apta para todos, incluso familias con niños.
Para aprovechar al máximo la experiencia:
- Calzado antideslizante: las rocas pueden estar húmedas.
- Bañador y toalla: indispensables para el baño.
- Botella de agua y algo de comida; no hay servicios.
- Bolsa para llevar la basura, ya que es un espacio protegido.
- Protector solar y gorra para evitar quemaduras.
Las autoridades locales velan por el mantenimiento del lugar y el acceso regulado, así que estacionar solo en las zonas habilitadas es vital para evitar sanciones.
Una pausa que estalla en serenidad
El Toll de l’Olla es algo más que una piscina natural. Es un espacio donde puedes estirarte, moverte con calma y disfrutar de la serenidad. El agua, el sonido constante del río y la luz tan especial que entra entre hojas crean un ambiente único. Hay quien lee un libro, quien se tumba con los ojos cerrados o simplemente observa las gotas golpeando la roca.
Muchos visitantes cuentan que el baño los transporta a una dimensión diferente, y que el ruido del mundo exterior desaparece completamente. Los más pequeños se adentran y salen con risas, emocionados por descubrir aquel rincón salvaje y fresco.
Comparte solo si es necesario
Este lugar nunca será como una playa masificada. Solo unos pocos saben cómo acceder, y aún menos han escuchado la frase mágica de Farebona. Pero, si vale la pena compartir una joya así, que sea con personas que la valoren: amigos, familia, o alguien que busque detener el reloj por un momento.
El Toll de l’Olla es un recuerdo que no se va tan fácil. Te regala un silencio que pesa, el tacto frío del agua, la textura rugosa de la roca y la sensación de que te has adentrado en un tiempo diferente.
Cuando volver a casa es mejor
Cuando te marches, te quedará una pequeña semilla de armonía dentro. Habrás recordado que hay rincones que no reclaman eco, que es posible encontrar paz a pocos kilómetros y que la naturaleza, bien conservada, aún puede sorprender.
El Toll de l’Olla es un tesoro al alcance de todos, pero solo accesible para quien se atreve a caminar sin prisas, a escuchar con los sentidos y a mirar con miedo de romper la ilusión.
Este verano, te propongo este plan sencillo pero potente: camina con emoción hasta esta balsa, sumérgete en el agua, respira hondo y deja que el eco del bosque te reconforte.
Y si vuelves algún día, sabrás que el agua y la leyenda te seguirán esperando…, como un abrazo verde en plena montaña.



