Con olas perfectas, cafeterías bohemias y un espíritu auténtico, este rincón seduce a surfistas, viajeros y curiosos por igual.
A pocos kilómetros de Agadir, ofrece mar, cultura y desconexión con un toque muy local.
Lo que hace especial a Taghazout no es solo su ubicación frente a una de las costas más salvajes y bonitas de Marruecos. Es su ritmo pausado, la conexión con la cultura amazig y el auge de un turismo consciente que ha sabido mantener su esencia intacta mientras se abre al mundo. Una combinación que, en tiempos de viajes rápidos y ciudades saturadas, resulta irresistible.
Ubicación y origen: un pueblo de profundas raíces
Situado a unos 19 kilómetros al norte de Agadir, Taghazout ha sido durante décadas un pequeño enclave pesquero habitado por familias amazig. Sus casas blancas y azules se elevan por las colinas que miran al océano, y las barcas todavía descansan cada tarde en la arena.
Los habitantes de Taghazout han vivido tradicionalmente del mar y de la producción artesanal de aceite de argán, un producto típico de la región de Sus-Masa. Hasta hace poco, la vida allí transcurría casi sin cambios, marcada por el viento, las mareas y la calma.
Transformación reciente: el auge de un destino alternativo
Desde hace unos años, Taghazout ha comenzado una transformación lenta pero decidida. Atraídos por sus olas constantes y el ambiente relajado, los primeros surfistas llegaron hace más de una década. Con ellos llegaron las escuelas de surf, los alojamientos ecológicos, las cafeterías de toque bohemio y los centros de yoga.
Este crecimiento turístico no ha sido caótico. Gracias a proyectos como «Taghazout Bay», impulsados por iniciativas de desarrollo sostenible, el pueblo ha apostado por un modelo turístico que respeta la cultura local y el entorno natural. Se han abierto hoteles que priorizan la arquitectura tradicional, se promueve el comercio justo y se limita el turismo masivo.
Qué ver y hacer en Taghazout
Hacer surf es la actividad estrella. Las playas de Anchor Point, Killer Point o Panorama Beach son conocidas por sus olas constantes, ideales tanto para expertos como para principiantes. Varias escuelas ofrecen clases diarias y alquiler de tablas para todos los niveles.
Pero Taghazout va mucho más allá del surf. Puedes pasear por sus callejones blanqueados, disfrutar de un té a la menta frente al mar o apuntarte a un retiro de yoga en alguna terraza con vistas. También hay talleres donde aprender sobre el aceite de argán y tiendas que venden productos artesanales elaborados por mujeres amazig.
Los amantes del senderismo tienen cerca las colinas del Alto Atlas, desde donde se obtienen vistas increíbles del océano. Y para quienes buscan playa sin prisas, basta con sentarse en la arena y ver cómo el sol se hunde lentamente en el horizonte.
Consejos prácticos para visitarlo
La mejor época para viajar a Taghazout es entre septiembre y abril, cuando las temperaturas son suaves y las olas, en su mejor momento. Durante el verano, el calor puede ser intenso y el pueblo un poco más concurrido.
Desde Agadir, se puede llegar en taxi o en autobuses locales en menos de 30 minutos. Muchos viajeros optan por quedarse en casas de huéspedes regentadas por locales o en hostales boutique que ofrecen desayuno y clases de surf incluidas.
Es importante viajar de manera respetuosa. Vestir de forma discreta, apoyar el comercio local y reducir el uso de plásticos son maneras sencillas de contribuir al bienestar del lugar. Aunque la mayoría habla árabe y amazig, muchos locales dominan un poco el francés, el inglés o el español gracias al contacto con viajeros.
Un equilibrio frágil que vale la pena preservar
Taghazout es una joya en plena transición. Conserva la calma de un pueblo pesquero tradicional, pero se está abriendo al mundo con paso firme. Su éxito futuro dependerá de que este equilibrio no se rompa: que la modernidad no borre sus raíces, y que el crecimiento no ahogue su alma.
Viajar a Taghazout es una invitación a descubrir otra manera de estar en el mundo, más conectada con lo esencial. Y también una oportunidad para apoyar a un tipo de turismo que suma, no que resta.
¿Y tú, te animas a descubrir el Marruecos más auténtico, entre olas, aceite de argán y montañas amazig?
