L'escapadeta
La misteriosa torre abandonada de Horta que todo barcelonés debería conocer

Su deterioro actual contrasta con el legado patrimonial que representa.

Construida en el siglo XVI y originalmente parte del Mas Enrich, esta torre ha sido testigo del paso del tiempo, de ocupaciones ilegales y del olvido institucional.
Catalogada como Bien Cultural de Interés Local, su futuro sigue siendo incierto, mientras el vecindario observa cómo se desintegra poco a poco.

Un pasado que se pierde entre las piedras

A primera vista, podría parecer una construcción más sin importancia, perdida entre calles secundarias de Horta. Pero aquellos que se detienen frente a su fachada descubren un edificio con alma. La torre, en realidad, formaba parte de una antigua masía rural conocida como Mas Enrich, documentada desde el siglo XVI. En aquella época, el entorno de Horta estaba dominado por tierras de cultivo, caminos de carro y construcciones defensivas o agrícolas.

Se cree que su estructura tenía funciones mixtas: de vigilancia y almacenamiento. El grosor de sus muros y la pequeña abertura superior apuntan a un diseño pensado tanto para observar como para proteger mercancías. Su arquitectura de piedra, sin ornamentos innecesarios, muestra el paso del tiempo con cicatrices que también son huellas históricas.

Lo que más llama la atención es su presencia extraña, casi fantasmal, en medio de un entorno urbano que ha crecido y cambiado radicalmente a su alrededor. La torre ha sobrevivido a guerras, desarrollos inmobiliarios y décadas de indiferencia, pero su historia se desvanece lentamente.

Del Mas Enrich a la Torre del Moro: ¿por qué este nombre?

El nombre popular “Torre del Moro” no figura en los documentos oficiales de patrimonio, pero así es como todo el mundo en Horta la conoce. El sobrenombre proviene de un detalle esculpido en la fachada: una cabeza con turbante, tallada en la piedra, que ha dado lugar a múltiples leyendas locales. Para algunos, representa un símbolo de dominación musulmana antigua; para otros, simplemente una caricatura medieval o un elemento decorativo.

Con el paso de los siglos, el Mas Enrich perdió protagonismo, y la torre quedó como único vestigio. Su figura aislada, enigmática, sumada al “moro” esculpido, hizo que el imaginario colectivo adoptara este nombre como propio. Y así, generación tras generación, los vecinos la han identificado por su elemento más simbólico.

Este fenómeno, de cómo un detalle arquitectónico puede generar identidad local e incluso sustituir su nombre oficial, también habla de cómo la memoria oral y popular conserva lo que las instituciones a menudo olvidan.

El abandono actual: ruinas, grafitis y silencio oficial

Hoy, lo que fue una pieza patrimonial catalogada como Bien Cultural de Interés Local se encuentra en estado crítico. La torre permanece tapiada, con acceso restringido, cubierta de grafitis, rodeada de matorrales y desechos. Durante años, el espacio se ha utilizado como almacén improvisado de chatarra, y en algunas ocasiones ha sido ocupado ilegalmente.

La humedad se filtra entre las grietas, las paredes muestran signos de agotamiento estructural y la vegetación crece sin control. Todo indica que, si no se actúa pronto, lo que queda de la torre podría derrumbarse o quedar completamente irrecuperable.

El Ayuntamiento de Barcelona ha expresado su intención de adquirir la propiedad para rehabilitarla. Sin embargo, problemas con los herederos legales del terreno y dilaciones administrativas han impedido que la operación se concrete. Mientras tanto, cada año que pasa supone un deterioro mayor.

Lo más inquietante no es solo su estado, sino el silencio institucional que la rodea. Casi no se menciona en los circuitos culturales ni turísticos. No hay señalización, paneles informativos ni planes visibles de actuación. Para muchos vecinos, es como si la torre ya estuviera condenada al olvido.

La lucha vecinal para salvarla del olvido

A pesar de la dejadez institucional, no todo está perdido. Diversas asociaciones de vecinos y amantes del patrimonio local han alzado la voz para que la torre no desaparezca sin más. Campañas en las redes sociales, peticiones al Ayuntamiento y artículos en medios locales buscan reactivar el interés público sobre el lugar.

Vecinos como Montse, nacida y criada en Horta, recuerdan haber jugado allí de pequeñas. Para ella, «la torre era un lugar mágico. Siempre imaginábamos que era de princesas o de piratas. Que ahora esté así, abandonada, me duele mucho». Su testimonio no es único.

Desde centros culturales hasta escuelas del distrito, muchos reclaman que la torre podría ser recuperada como espacio educativo, archivo histórico o centro de interpretación del barrio. No faltan ideas, sino voluntad política y soluciones jurídicas para desbloquear el conflicto con la propiedad.

La pregunta que se repite en muchas voces es clara: ¿Cuánto más se esperará para actuar?

Lo que Barcelona no puede permitirse perder

No es solo una torre. Es memoria viva de un barrio que fue campo, que tuvo masías y que guarda en sus rincones fragmentos de historia no oficial. La Torre del Moro —o Mas Enrich— representa mucho más que piedras antiguas: es un símbolo de identidad para aquellos que todavía creen que Barcelona debe mirar a su pasado para construir su futuro.

¿Cuántos vestigios más como la Torre del Moro se están borrando del mapa urbano sin que nadie se dé cuenta?

Comparte esta historia. Visita la torre si puedes. Y únete a quienes creen que el patrimonio no se abandona: se protege, se revive, se honra.

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