L'escapadeta
Este pueblo de Tarragona es un auténtico paraíso de verano: piscinas naturales, cascadas y naturaleza en estado puro

Comienza el texto con una invitación a abrir los sentidos y sumergirte en una aventura que transgrede lo convencional. Sin dar pistas, evoca la curiosidad de un espacio donde la naturaleza se muestra en su esencia más pura y el tiempo parece ralentizarse para transmitir paz.

Un latido diferente en tiempo de verano

Cuando la ciudad parece derretirse de calor, es fácil pensar que la escapada ideal pasa por la arena y las olas. Pero hay lugares que, sin llamar mucho la atención, ofrecen un respiro fresco y renovador. Caminar entre bosques, aguas cristalinas y clima de postal puede estar más cerca de lo que imaginas. Un lugar donde el agua no solo refresca, sino que también acompaña.

Si solo buscas paz y un entorno menos multitudinario, este territorio te puede parecer un sueño. La promesa comienza con un sendero que sigue la antigua vía del tren. Esta pequeña ruta se convierte en un vestíbulo natural, donde los túneles oscuros y la vegetación frondosa estimulan los sentidos. Cada paso evoca un murmullo de paso en busca de una arena que no verás hasta más tarde.

Cuando la naturaleza abre la puerta

Poco a poco, la sombra de la vegetación cede y da paso a zonas donde el sol filtra su luz. El camino serpentea, se detiene en miradores improvisados y rodea un río que se hace más presente. El olor de pinos, el gorjeo de algunos pájaros y la sensación de frescura se hacen más intensos. Es entonces cuando notas que estás a punto de llegar.

El nombre que lo dice todo

banyistes a la Fontcalda
banyistes a la Fontcalda

Es en este punto que descubres la verdad: el lugar se llama Bot, un pueblo pequeño pero con una grandeza para los amantes de la naturaleza. A un paso, te recibe el Toll de l’Olla, una piscina natural circular engendrada por el río Brugent. El agua, transparente y fresca, se libera entre las rocas e invita a baños pausados. El toque redondo de la balsa recuerda el recipiente de una olla, y hay quien asegura que una bruja, Farebona, utilizó este lugar como recipiente para una pócima que hacía honor a su leyenda.

Los paseos que llevan a otros refugios

Desde Bot, la magia no se acaba. Si sigues la Vía Verde, una ruta de 26 km que discurre por antiguos túneles y paisajes de postal, aparecen otras pozas de agua. La Fontcalda se encuentra aproximadamente a una hora caminando y ofrece unas piscinas naturales de clima casi termal. El Forat de la Donzella, junto a la ermita de Sant Josep, es otro punto que te deja boquiabierto por su belleza sencilla y misteriosa.

Les Olles de Bot: un espectáculo de piedra y agua

Una de las joyas más reconocidas son Les Olles de Bot: conjunto de balsas en medio de grandes rocas, espectacularmente esculpidas por el agua del Canaletes. Aquí el agua corre y se filtra, formando rincones profundos y adaptados para el baño. Mucha precaución, eso sí, ya que algunas zonas son verdaderamente profundas, ideales para los más valientes.

Bot: patrón de historia y silencio

No es solo un lugar para sumergirse, Bot conserva un estético patrimonio medieval. La iglesia de Sant Blai, del siglo XVII, con piedras talladas y arcos de medio punto, otorga solemnidad al pueblo. La Casa de Paladella, una mansión de belleza señorial, completa el retrato de un rincón pausado y elegante.

Momentos que importan

Algunas visitas se acentúan con objetivos culturales: la romería de Sant Josep, su santo patrón, reúne pueblo y visitantes cada 19 de marzo en una fiesta sencilla pero emotiva. Caminar por sus calles es sentir cómo la historia se detiene, como si la piedra supiera que debe preservar la calma del lugar.

 L'església de Sant Blai
L’església de Sant Blai

La combinación perfecta

Este destino es ideal para todos: familias, parejas y aquellos que dicen “solo busco silencio y un poco de aventura”. Los más pequeños pueden bañarse en zonas bajas; los adultos pueden leer, relajarse entre los árboles y escuchar el murmullo del agua. Algunos optan por sentir el subtítulo del lugar: calma con vida.

Consejos para disfrutarlo con sabiduría

El lugar requiere una mínima preparación: calzado adecuado, bañador, toalla y una mochila con agua y algo de comida. No hay servicios, así que es fundamental no dejar rastro y recoger la basura. Aparcar en el lugar habilitado evita sanciones y garantiza un acceso regulado.

Una escapada accesible y potente

No hace falta una infraestructura de lujo para obtener momentos memorables. Una excursión corta, un baño fresco y un paseo histórico puede ser la mejor combinación de verano. Es una idea perfecta para un fin de semana sin grandes vuelos, pero con intensidad natural.

Cuando te detienes, estás en paz

Cuando te sumerges en el Toll de l’Olla, percibes la frescura. Cuando te sientas en la orilla, escuchas el brotar del agua y el tanteo del sol entre las ramas. Cuando miras el pueblo pequeño lejano, sientes que has descubierto un rincón poco conocido, pero inmenso.

Banyista al Toll de l’Olla
Banyista al Toll de l’Olla

¿Qué viene después?

Quizás, después, te apetezca continuar explorando: seguir la Vía Verde hasta la Fontcalda, hacerla en bicicleta y terminar con un helado en el pueblo. O tomar un café a la sombra de la iglesia y compartir la leyenda de Farebona con alguien que no ha estado nunca.

Este verano, piensa más allá de lo que todos recomiendan. Este año, apuesta por un baño entre rocas, leyendas e historia. Si cambias el ruido por el murmullo de un río, si cambias la masificación por la mirada pausada, encontrarás Bot. Un pueblo con menos de 700 almas, pero con un mundo entero para compartir.

Y cuando te quites el bañador y te dejes llevar por la calle de Sant Blai, sabrás que este es el calor más bien recibido. Un rincón de Tarragona que, una vez conocido, no se olvida nunca.

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