La escena es casi irreal: una torre de piedra antigua se alza entre la niebla matutina, con el valle extendido a sus pies. El aire es fresco, huele a leña húmeda, y cada paso por sus calles empedradas conduce a una nueva postal. Bienvenidos a La Iruela, un pequeño pueblo enclavado en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, donde el pasado se alza sobre un acantilado y observa el mundo desde las alturas.
Algunos lo llaman “el castillo más pintoresco de Jaén”; otros, directamente, afirman que parece sacado de una película de Disney. Sea como sea, este lugar tiene algo que lo hace inolvidable.
Un pueblo entre montañas y leyendas
La Iruela no es solo un nombre en el mapa, es una joya a la altura. El municipio, con poco más de 1.000 habitantes, se encuentra a 915 metros sobre el nivel del mar. En otoño, el paisaje que lo rodea se transforma: los verdes intensos del verano dan paso a ocres, dorados y rojizos que tiñen las laderas. Las sierras cercanas parecen encenderse con cada salida del sol.
La historia de La Iruela se remonta a tiempos antiguos, con huellas íberas y romanas. Pero fue durante la Edad Media cuando el lugar ganó importancia estratégica. El castillo que hoy corona el pueblo fue construido inicialmente en época musulmana, y después de la reconquista pasó a manos cristianas. Algunos relatos locales sostienen que los caballeros templarios habitaron el recinto durante un tiempo. Aunque la documentación no es concluyente, el aura templaria aún flota entre sus piedras.
Un visitante reciente lo resumió así: “No sé si fueron los templarios o los cuentos de mi infancia, pero este castillo me pareció mágico desde el primer momento”.
El castillo que parece flotar en el cielo
El Castillo de La Iruela no es una construcción cualquiera. Se alza sobre un promontorio rocoso tan vertical que, de lejos, parece flotar. Su torre principal, perfectamente conservada, domina el horizonte. Las almenas dibujan una silueta afilada contra el cielo claro de Jaén.
Su origen, como muchos castillos andaluces, está ligado al período de dominación musulmana. Más tarde, los cristianos lo reforzaron, y las órdenes militares —incluyendo posiblemente a los templarios— lo utilizaron como punto de vigilancia en la frontera del reino de Castilla.
Hoy, caminar por sus pasarelas de madera y asomarse a sus muros es una experiencia sensorial. A un lado, el pueblo con sus tejados rojos; al otro, un abismo de pinos y niebla. No hay drones ni filtros que superen la emoción de verlo en persona.
En otoño, la atmósfera se vuelve aún más especial. La luz suave del atardecer baña la piedra antigua, y el aire fresco invita a detenerse. Aquí, el silencio tiene ecos medievales.

La Iruela en otoño: rutas, sabores y silencio
Más allá del castillo, La Iruela es un punto de partida ideal para explorar uno de los entornos naturales más imponentes de Andalucía. El Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ofrece cientos de rutas para senderistas de todos los niveles. Desde paseos suaves hasta travesías entre ríos, bosques y miradores, cada camino es una invitación a perderse y reencontrarse.
El otoño es, sin duda, la mejor estación. Las temperaturas bajan, los cielos se aclaran y la afluencia de turistas disminuye. Todo parece alinearse para una escapada íntima, tranquila y visualmente inolvidable.
Y si el cuerpo pide descanso y sabor, la gastronomía local responde con contundencia: migas, carnes de caza, trucha de río, setas de temporada y platos como el ajoatao o la caldereta serrana. La hospitalidad rural, entre casas encaladas y chimeneas humeantes, completa el cuadro.
¿Tu próxima escapada?
Llegar a La Iruela es sencillo. Desde Jaén capital, se toma la A-316 hasta Úbeda y luego se continúa hacia Cazorla. El trayecto, de poco más de dos horas desde Granada o Córdoba, es parte del disfrute: paisajes ondulantes, olivos infinitos y pueblos blancos que salpican el camino.
Hay opciones de alojamiento para todos los gustos: hoteles rurales, casas de piedra restauradas e incluso pequeños apartamentos con vistas al castillo. Muchos de estos se llenan en otoño, así que conviene reservar con antelación.
Aunque no aparezca en los grandes catálogos turísticos, La Iruela es un secreto que cada vez menos viajeros están dispuestos a guardar. Quienes la descubren suelen volver. O, al menos, soñar con hacerlo.
Un castillo de cuento… y a solo unas horas de casa
A veces, no hace falta cruzar un océano para encontrar paisajes de fantasía. En un rincón serrano de Jaén, una torre milenaria sigue mirando el horizonte como lo hacía hace siglos. Entre nieblas, árboles dorados y ecos de leyendas, el Castillo de La Iruela recuerda que la magia también habita en lo real.
¿Te animas a descubrirlo este otoño?
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