L'escapadeta
Enoturismo con historia real: así es la finca francesa de los reyes de Dinamarca que abre sus puertas

El Château de Cayx, propiedad de los reyes de Dinamarca, abre sus puertas al público con una experiencia única de enoturismo que combina historia, paisaje y cultura vinícola.
Allí, tradición francesa y herencia escandinava se entrelazan en cada copa de malbec que los visitantes pueden degustar.

El lugar no es un simple viñedo. Es un símbolo de unión entre países, una residencia que ha sido hogar y refugio de la familia real danesa y, al mismo tiempo, una finca que representa siglos de trabajo agrícola. Hoy, este enclave en Cahors invita a descubrir un trozo de historia viva alrededor del vino.

Historia y orígenes del Château de Cayx

El Château de Cayx tiene raíces que se hunden en la Edad Media. Sus primeras estructuras defensivas datan del siglo XV, aunque algunos documentos sugieren que el emplazamiento ya se utilizaba con fines estratégicos desde antes. A lo largo de los siglos, fue pasando por manos de familias nobles francesas, siempre vinculado a la tierra fértil y a la producción agrícola.

En 1967, el príncipe Henrik de Dinamarca, nacido en el suroeste francés, y la entonces princesa Margarita, futura reina, adquirieron la finca. No era una compra casual: Henrik tenía un vínculo profundo con la cultura vinícola de su país natal, y soñaba unir esta tradición con la identidad de la monarquía danesa. El château se convirtió en un espacio de descanso para la familia real, un lugar donde se tejieron historias familiares y se mantuvo vivo el lazo franco-danés.

Hoy, además de residencia privada en temporadas concretas, el castillo abre sus puertas como espacio de enoturismo, preservando el espíritu histórico de la finca y compartiéndolo con visitantes curiosos.

La relación danesa: el príncipe Henrik y su visión vitivinícola

El príncipe Henrik fue el gran impulsor del proyecto vitivinícola del Château de Cayx. Conocedor del potencial de la región de Cahors, famosa por su malbec intenso y de gran carácter, dedicó décadas a modernizar el viñedo y a proyectarlo hacia un reconocimiento internacional.

Bajo su visión, la finca dejó de ser únicamente una residencia para transformarse en un símbolo cultural y económico. Con el tiempo, sus vinos no solo encontraron mercado en Francia, sino también en Dinamarca, donde se convirtieron en embajadores líquidos de la historia compartida entre ambos países.

Tras la muerte de Henrik en 2018, la reina Margarita mantuvo vivo el proyecto. Hoy, sus hijos, el rey Federico X y el príncipe Joaquín, continúan visitando el château, preservando tanto el vínculo emocional como el compromiso con la producción de vinos de calidad.

El viñedo y los vinos: malbec en tierras de Cahors

El Château de Cayx se sitúa en una zona privilegiada del valle del Lot, donde el microclima y los suelos arcillosos calcáreos ofrecen condiciones ideales para el malbec, conocido localmente como auxerrois. Bajo la denominación AOC Cahors, la finca cultiva principalmente esta variedad, aunque también se producen vinos que incorporan pequeñas proporciones de merlot o tannat.

Los vinos que nacen en Cayx son reconocidos por su intensidad y elegancia. De color profundo, con aromas de frutas negras, especias y notas de madera bien integrada, representan el carácter clásico de Cahors, pero con un sello distintivo: el cuidado minucioso que la familia real ha puesto en su producción. Algunas ediciones especiales se embotellan con etiquetas alusivas a la monarquía danesa, convirtiéndose en piezas de colección para aficionados.

La bodega ha recibido críticas favorables tanto en Francia como en Dinamarca, consolidando su reputación como uno de los proyectos vitivinícolas más singulares ligados a una casa real europea.

La experiencia de la visita: recorrido, cata y paisaje

Visitar el Château de Cayx no es solo entrar en una bodega: es sumergirse en un relato que combina arquitectura medieval, tradición vinícola y anécdotas reales. El recorrido guiado dura aproximadamente una hora y media e incluye varios momentos memorables.

Los visitantes comienzan en las salas históricas del château, donde se explica la evolución del edificio a lo largo de los siglos. Luego se accede a las bodegas subterráneas y a la sala de barricas, donde se detallan los procesos de fermentación y crianza. El contraste entre piedra centenaria y modernas técnicas enológicas genera una atmósfera especial.

El tour culmina con una cata de diferentes añadas de los vinos de Cayx. Allí, cada copa se convierte en un puente entre el pasado y el presente. Los jardines del château, con vistas panorámicas al valle del Lot, ofrecen un escenario perfecto para prolongar la experiencia, pasear o hacer fotografías que capturen la esencia del lugar.

Además, la tienda de la finca permite adquirir botellas exclusivas, algunas ligadas a celebraciones reales, que no se encuentran fácilmente en el mercado general.

Consejos prácticos para visitar el Château de Cayx

El château se ubica en el municipio de Luzech, a unos 15 kilómetros de Cahors, en la región de Occitania. Desde Toulouse se llega en unos 90 minutos en coche, mientras que desde Burdeos el trayecto es de unas dos horas y media. La mejor manera de acceder es con vehículo privado, ya que el transporte público es limitado en la zona.

Las visitas suelen estar disponibles en determinados días de la semana, especialmente en temporada alta de turismo, entre primavera y otoño. Se recomienda reservar con antelación, ya que los grupos son reducidos para asegurar una experiencia más personalizada.

Conviene llevar calzado cómodo, ya que el recorrido incluye tanto interiores como jardines, y prepararse para disfrutar de un ritmo pausado. La cata final ofrece la oportunidad de descubrir diversos estilos de malbec, por lo que resulta recomendable asistir sin prisas y con ganas de explorar.

El clima del suroeste francés es suave, con veranos soleados e inviernos moderados, lo que hace que la experiencia al aire libre sea especialmente agradable durante los meses de mayo a septiembre.

Un puente entre historia, vino y realeza

El Château de Cayx es mucho más que un viñedo: es un escenario donde se cruzan historias medievales, sueños familiares y proyectos vitivinícolas con visión internacional. Allí, los visitantes no solo conocen el proceso de elaboración de un vino de Cahors, sino que se adentran en la intimidad cultural de una familia real que decidió compartir su legado.

Visitar Cayx es recorrer pasillos que han sido testigos de siglos de historia, admirar un paisaje de viñedos que respira calma y brindar con un vino que simboliza la unión entre Dinamarca y Francia.

Quizás por eso, cada copa servida en el château tiene un sabor especial: el de la memoria y la celebración de lo auténtico.

¿Y tú, te animarías a descubrir esta finca real y alzar tu copa en un castillo que une pasado y presente?

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