Existen lugares ocultos que parecen detenidos en el tiempo, suspendidos entre acantilados y nieblas antiguas, teñidos de leyenda y envueltos por un silencio que te invita a escucharte a ti mismo. Cuando la oscuridad del bosque se funde con la piedra y el corazón acelera el ritmo, entiendes que no se trata solo de una excursión: estás formando parte de una experiencia que te supera.
Cuando la montaña te llama
Al atardecer, la luz juega a salpicar la roca y el follaje, y los cantos de los pájaros se mezclan con el crujir de las ramas. Es el momento en el que muchos darían por concluida la jornada, pero también el instante en que la montaña te susurra: “¿y si continúas un poco más?”. Esta ruta es perfecta para dejarse tentar: no hace falta ir lejos, solo seguir el camino que se adentra por los hayedos misteriosos y por los rincones que parecen guardados para los más intrépidos.
Los primeros tramos: bosques, subidas y coraje

El camino comienza desde un punto base que domina prados verdes y una ermita sencilla pero emblemática. Al principio, la subida es pausada, entre prados y árboles, sintiéndose la frescura de la humedad y el perfume de los líquenes. Cada curva revela panoramas que estimulan el corazón: pequeñas masías, valles somnolientos y sierras lejanas.
Tras unos tramos boscosos, el terreno se vuelve más exigente. Aparecen escaleras de piedra o pasos cerrados a la roca, marcas que indican la cornisa. Aquí ya no solo caminas, sino que tu equilibrio y tu respiración importan. La roca se abre, se agrieta y los escalones grabados ofrecen soportes tan sorprendentes como vertiginosos.
Llegando al Santuario de Cabrera
A partir de este momento, el paisaje se transforma. A la altura de unos 1.300 metros, aparece el santuario. Es una construcción solemne, con historia. La ermita corta el horizonte: desde ella se alcanza una vista impensable de la Plana de Vic, las cimas de la sierra y los bosques que se extienden como un mar verde. La roca, el viento y la altura conspiran para hacerte sentir que eres parte de un espectáculo: piedra, naturaleza y silencio.

El santuario es accesible gracias a la cornisa equipada con barandillas, escaleras talladas en la roca y algunos tramos que requieren pisar con decisión pero sin prisas. No es peligroso si se camina conscientemente, pero sí emocionante: un paso tras otro, con la naturaleza a flor de piel.
Detalles técnicos que debes saber
- La ruta circular tiene aproximadamente 5 km en la versión corta, con un desnivel de 430 metros.
- Las versiones más completas llegan a unos 16 km, con irregularidades, tramos verticales y combinaciones de crestas y senderos.
- En total, la excursión puede alargarse entre 4 y 6 horas, según el ritmo y las paradas.
¿Qué ves mientras subes?
Hay momentos que quedan grabados para siempre:
- Cruzar un paso estrecho con vista panorámica: acantilados que descienden de golpe hasta el bosque.
- Ascender las escaleras sobre roca viva mientras el viento succiona la adrenalina.
- Sentir bajo los pies el salto de roca en roca, escuchar el murmullo del bosque y al fondo ver los pueblos que parecen maquetas.
- Ver un mar de nieblas cuando el sol cae, atravesando los valles y cubriendo todo el paisaje hasta el límite del cielo.
Otros parajes, otras opciones
Para quienes quieran elegir una versión más suave:
- Hay itinerarios que evitan los tramos más aéreos, pasando siempre por senderos interiores.
- El descenso suele ser menos exigente si se elige la pista en lugar del paso equipado.
- Hay zonas de parada para descansar y contemplar la quietud: pequeñas ermitas, prados, rincones para comer.
Consejos prácticos para vivir la aventura con seguridad y placer
- Lleva calzado de montaña con buena adherencia: los escalones y senderos pueden estar húmedos o arenosos.
- Una mochila ligera con agua, comida energética, protección solar y ropa de recambio por si entra frío por la mañana o al atardecer.
- Comienza temprano: aparcar es complicado si llegas tarde y la luz del día disminuye cuando más aflora la belleza del paisaje.
- Respeta el entorno natural: no dejes basura, no hagas fuego, respeta la señalización y el silencio.
- Siempre que puedas, acompáñate: compartir el esfuerzo y la vista con alguien hace que sea mucho más memorable.
Este santuario escondido no es solo un sendero: es un viaje íntimo entre roca, bosque y vértigo; una invitación a mirar hacia arriba, a convencerte de que la montaña puede enamorar cuando se resiste, cuando te pide desplegar coraje paso a paso. Si te animas a buscar lo que está colgado entre cielos y hayedos, hazlo con ganas, respeto y esa sonrisa que solo se tiene cuando uno sabe que acaba de ver un secreto bien guardado.
