L'escapadeta
El pueblo medieval del Pirineo de Cataluña que se negó a entregar a 100 doncellas: casas señoriales y la feria más dulce del membrillo

Esta villa tiene profundas raíces medievales y nos invita a recorrer sus calles empedradas, donde aún resuena una leyenda singular que refuerza su carácter e historia.

Pues, según la tradición, hace siglos los habitantes de Tremp tuvieron que enfrentar una prueba extrema: o entregaban a 100 doncellas o perdían sus vidas. La comunidad, sin embargo, respondió con firmeza y rechazó aquel trato impensable e indecoroso y, hoy, esa decisión queda como un símbolo de resistencia que ha perdurado a lo largo de la historia.

100 doncellas o la muerte

Según cuenta esta leyenda de Tremp, en épocas de una incursión musulmana en Cataluña, los atacantes ofrecieron liberar prisioneros cristianos solo si el conde local accedía al intercambio de 100 jóvenes mujeres vírgenes.

Pero los habitantes de Tremp no aceptaron aquel escandaloso trato y optaron por mantener su dignidad antes que ceder.

No fue nada fácil y, ante la adversidad, hombres y mujeres se unieron para rechazar la propuesta.

No hay documentación histórica que lo corrobore. Pero es un relato que forma parte de la cultura oral, transmitida de generación en generación, y que se erige como un emblema de la identidad local.

Este relato no queda solo en la oralidad, sino que, cada año, vuelve a las calles como parte de las actividades culturales y escolares del municipio.

En escuelas y plazas se explica a las nuevas generaciones la importancia de la unidad, el coraje y la solidaridad que marcaron el alma de Tremp en épocas muy remotas.

El mundo medieval y la modernidad se fusionan en las calles

El casco antiguo de Tremp conserva el encanto que caracteriza a muchas villas de montaña del Pirineo.

Su centro histórico (como ocurre en muchos pueblos del Estado) está articulado alrededor de la plaza de la Creu, y acoge edificios señoriales como la Casa Feliu o la Casa Sullà, además de la imponente Basílica de la Mare de Déu de Valldeflors.

La Basílica de la Mare de Déu de Valldeflors, uno de los símbolos de Tremp, destaca por su imponente arquitectura románica y las torres defensivas que evocan el pasado medieval de la villa.

Este es el principal templo católico de la localidad y sus orígenes se remontan al siglo IX. También son visibles otros vestigios del pasado defensivo como las torres de la Sagristia, del Mingo y de los Pares. Estas construcciones, ya en ruinas, son los últimos vestigios de las murallas que en su momento protegían la villa como ciudad amurallada.

Todos estos edificios históricos contrastan con la vida moderna de sus habitantes y los servicios turísticos de primera. Los hostales y restaurantes tienen las instalaciones y prestaciones más actuales.

Todo esto confluye en una pequeña población de poco más de 5.800 habitantes, distribuidos en una superficie de poco más de 302 kilómetros cuadrados.

Rutas de montaña y naturaleza

En las afueras de Tremp tenemos el Parc del Pinell como un precioso espacio verde desde donde se puede contemplar el valle, hacer fotos de postal y disfrutar del aire limpio y puro de la montaña. Lo mejor es que esta vista es espectacular en cualquier estación.

Esto significa que, más allá de su riqueza histórica, Tremp disfruta de un entorno natural privilegiado.

Hay muchas rutas de senderismo que parten desde el municipio y permiten acceder a paisajes de ensueño. Una de las más destacadas es la que va hacia el Clot de Moles o a Vilamitjana.

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El membrillo y su gastronomía

Siendo un pueblo de montaña, la cocina de este municipio está llena de platos como la cassola de tros, un guiso de carne y verduras; el civet de isard o las truchas de río.

También tienen vinos con denominación de origen Costers del Segre y la tradicional ratafía. Una época gastronómica importante es en otoño, cuando se celebra el Festival Gastronómico Cordevi, centrado en el cordero y el vino.

Además, Tremp nos ofrece la singular Feria del Membrillo. En ambos eventos se fusionan en la mesa historia, naturaleza y sabor bajo la luz dorada del Pirineo.

En esta última celebración, que se celebra cada octubre, se rinde homenaje a esta fruta tradicional de la comarca, que además es símbolo de la cosecha y de la vida rural.

Durante la feria, las calles del casco histórico se llenan de puestos. En todos se venden productos artesanales elaborados con la fruta.

Podrás comprar y degustar mermeladas, dulces, licores y recetas locales hechas con membrillo. También hay talleres, concursos y degustaciones para los turistas, y no faltan la música autóctona y actividades para toda la familia.

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