A veces, no es necesario cruzar medio mundo para encontrar rincones de mar que te hagan sentir lejos de todo. Solo necesitas saber dónde bajar del tren. El olor a sal te envuelve antes de ver el agua, el sol se refleja en las olas, y el ruido metálico de las vías queda atrás dando paso a un día de playa que parece improvisado… pero que recordarás todo el verano.
La magia de viajar sin prisas
Hay una libertad especial al subir a un tren con solo una bolsa de mano, una toalla y ganas de mar. Olvidas el estrés de conducir, de buscar aparcamiento e incluso del GPS. El trayecto se convierte en parte del plan: ventanas abiertas a paisajes que cambian en cada curva, pueblos costeros que se dejan ver entre pinos y estaciones tan cercanas a la playa que parece que puedes tocar la arena.
En Cataluña, la red de Rodalies te permite llegar a playas espectaculares en menos de una hora desde el centro de Barcelona. Algunas son largas y llenas de servicios; otras, pequeñas calas escondidas donde solo se escucha el mar.
Hacia el sur: arena dorada y ambiente mediterráneo
Castelldefels y Gavà: amplitud y sol garantizados

A solo 30 minutos de Sants, la playa de Castelldefels es ideal si buscas espacio para extender la toalla sin chocar con nadie. Con casi 5 kilómetros de extensión, combina zonas de dunas protegidas con áreas llenas de chiringuitos. Gavà, justo al lado, ofrece un ambiente más tranquilo pero la misma arena fina y clara.
Garraf: encanto marinero entre montañas

Rodeado de acantilados, el Garraf parece sacado de una postal. Sus casitas blancas de pescadores y el color azul intenso del mar te hacen sentir lejos de la ciudad, aunque estés a media hora de tren. Un lugar pequeño pero con personalidad, perfecto para pasar unas horas y volver con la cabeza llena de imágenes bonitas.
Sitges y Vilanova: cultura y mar

Sitges es sinónimo de playas elegantes, calles llenas de vida y arquitectura modernista. A 40 minutos de Barcelona, es una buena idea para una escapada de día completo. Más allá, Vilanova i la Geltrú sorprende con la playa del Far de Sant Cristòfol, donde un chiringuito con música suave y vistas al faro te invita a quedarte hasta el atardecer.
Hacia el norte: aguas claras y ritmo pausado
Badalona y Montgat: la playa urbana sin aglomeraciones

En solo 20 minutos, puedes estar en Badalona, caminando por el puente del Petróleo y disfrutando de un ambiente marinero sin el bullicio de la Barceloneta. Un poco más al norte, Montgat ofrece una playa pequeña y recogida, perfecta para una escapada rápida después del trabajo o para comenzar el fin de semana.
Ocata y Vilassar: arena clara y amplitud infinita

En El Masnou, la playa de Ocata sorprende por su amplitud y su ambiente familiar. Es una de mis favoritas para leer a la sombra de una sombrilla y dar largos paseos por la orilla. Cerca, Vilassar de Mar combina la playa con un paseo marítimo lleno de restaurantes donde el pescado fresco es el protagonista. También puedes escaparte hasta Sant Pol de Mar.
Calella y la playa de les Roques: aire de Costa Brava

Aún dentro del Maresme, Calella rompe con la imagen de playa recta y abierta. La playa de les Roques es un conjunto de calas con aguas transparentes, rocas y pinos que recuerdan a la Costa Brava. Es de esos lugares que te hacen olvidar que has llegado en tren en poco más de una hora.
Más allá: escapadas de un día largo
Si tienes más tiempo, la línea R1 te lleva hasta Blanes, puerta de entrada a la Costa Brava, con calas como Sant Francesc que te robarán el corazón. Hacia el sur, la R2 te deja en Cunit y Calafell, ya en la Costa Daurada, con aguas más cálidas y paseos marítimos ideales para ir en bicicleta o patinar.
Consejos para disfrutar de la experiencia
- Salir temprano: Las primeras horas de la mañana ofrecen playas vacías y temperaturas agradables.
- Consultar el estado del mar: Algunas apps, como la de la Agencia Catalana del Agua, informan sobre medusas y bandera de la playa.
- Llevar lo necesario: Agua, protector solar y calzado cómodo si quieres explorar más allá de la toalla.
- Combinar con gastronomía: Muchos pueblos tienen restaurantes a pie de playa con menús marineros que valen la pena.
Un verano sobre rieles
Pasar un día de playa no tiene que ser complicado ni caro. Con un billete de tren y ganas de mar, puedes descubrir rincones donde el agua es clara, el ambiente tranquilo y el tiempo parece detenerse.
Yo, personalmente, he aprendido que las mejores escapadas son las que no requieren mapas complicados ni maletas llenas. Solo la ilusión de ver el mar desde el vagón, bajar en una estación pequeña y dejar que la brisa te guíe hasta la arena. Este verano, pruébalo. Quizás descubras tu nueva playa favorita… a solo unas paradas de tren de casa.