L'escapadeta
A solo 2 h de Barcelona: la zona peatonal más grande del mundo, un lugar que parece de otro planeta

La paz urbana se puede respirar en lugares donde los motores han sido sustituidos por pasos tranquilos y conversaciones a pie de calle. Cuando una ciudad se convierte en un espacio exclusivamente para peatones, se transforma en un entorno casi irreconocible que invita a redescubrir el ritmo humano y ancestral del espacio urbano. Es en esta atmósfera donde comienza el viaje que te propongo.

Una ciudad que escucha el paso de sus habitantes

No hay cláxones, ni semáforos, ni tráfico. En este lugar, todo gira en torno a caminar. Los sonidos predominantes son la risa de un niño, los pasos leves sobre piedra antigua o el murmullo de un mercado que despierta con la primera luz del día. Es una ciudad donde todo invita a bajar el ritmo y mirar a tu alrededor.

Un título ganado a pulso

Medina de Fez
Medina de Fez

Situada en el corazón del norte de África, la ciudad antigua de Fez ha sido reconocida como la zona urbana peatonal más grande del mundo. Dentro de sus murallas centenarias viven más de 150,000 personas y, desde hace siglos, ningún coche ha entrado en sus callejuelas. Todo el movimiento, todo el comercio, toda la vida, se hace a pie o con la ayuda de mulas y carretas.

Este reconocimiento no es una moda: es la culminación de un modelo de ciudad que ha resistido el paso del tiempo. Fundada en el siglo VIII y expandida en el XIII, su medina es un ejemplo vivo de urbanismo antiguo que sigue siendo funcional.

Vivir y convivir a pie

Los vecinos no solo conviven con el patrimonio, sino que forman parte de él. Vendedores de telas, talleres de artesanía, hornos comunitarios y escuelas religiosas comparten espacio con plazas animadas y riads silenciosos. Aquí, cada callejón tiene una historia y cada esquina, un oficio ancestral.

Un patrimonio que se respira

Declarada Patrimonio de la Humanidad, esta ciudad antigua es uno de los centros culturales más antiguos y activos del mundo árabe. Paseando por ella, puedes encontrar mezquitas milenarias, bibliotecas de manuscritos, madrasas decoradas con mosaicos y fuentes que han resistido el tiempo y la historia. Sus calles forman un auténtico laberinto que invita a perderse y, de paso, a encontrarse.

Los mercados, o zocos, ofrecen una explosión de colores, texturas y olores. Especias, alfombras, joyas hechas a mano, cerámicas pintadas con precisión infinita… todo con ese encanto de los lugares donde nada parece diseñado para las prisas.

El arte de comer a pie de calle

La gastronomía no se queda atrás. Platos como el tagín, el cuscús o la pastilla se pueden degustar en pequeños locales familiares o en terrazas ocultas, rodeados de jardines interiores. La comida aquí no solo alimenta, también cuenta una cultura. Incluso el té de menta, servido con gestos elegantes, tiene una historia detrás.

Celebraciones y música entre muros antiguos

Fez no solo conserva el pasado: también lo vive intensamente. Festivales como el de Músicas Sagradas del Mundo o el de Jazz en los Riads llenan sus espacios de sonidos universales. En estos momentos, la ciudad vibra con artistas de todo el mundo, que se unen a su espíritu milenario para crear una experiencia irrepetible.

Para los más curiosos, existen recorridos guiados temáticos: visitas de artesanía, tours gastronómicos, itinerarios de leyendas o experiencias inmersivas en talleres tradicionales. Es una manera perfecta de descubrir aquello que, de otra manera, podría pasar desapercibido.

Cómo llegar a este mundo sin ruedas

El trayecto hasta Fez es parte del viaje. A pesar de su ubicación, es un destino muy accesible. Desde Tánger o Casablanca, varios medios de transporte conectan rápidamente con la ciudad. En pocos días, es posible hacer una escapada desde la península para descubrir este tesoro que parece de otro planeta.

Una vez dentro de la medina, olvídate de todo lo que conoces sobre desplazamiento urbano. Aquí, el ritmo lo marcan tus pies, y el único mapa válido es tu instinto.

Un consejo de viajero experimentado

Lleva calzado cómodo. Los más de 9,000 callejones pueden ser exigentes si no vas bien preparado. Pero, a cambio, te ofrecen una experiencia inolvidable que ninguna otra ciudad puede replicar.

Otra manera de vivir la ciudad

Lo que hace especial a este destino no es solo su belleza arquitectónica o su historia, sino la manera en que su presente se construye sin prisas. La vida aquí continúa como hace siglos: con respeto, comunidad y un pie tras otro. No es solo un lugar para visitar, es un lugar para respirar.

Si buscas desconectar del ruido, del ritmo acelerado, de las pantallas y de los semáforos, este lugar te invita a mirar a los ojos, a hablar con desconocidos y a perderte sin miedo. Porque perderse en Fez es, muchas veces, la mejor manera de encontrarse.

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